[27-8-75]
Queridos amigos:
Luego de hablarles, cumplo con lo prometido. Elsa les da un panorama exacto de la vida en Buenos Aires. Todo lo que ella dice, yo lo vivo aún más intensamente por mis contactos y mi trabajo. Es habitual ya para mí, estar trabajando en la gerencia del diario y recibir un llamado del secretario de redacción anunciando la renuncia de un ministro, siempre violenta, la aparición de varios muertos o, ahora, últimamente, la información de que, en la fábrica X, obreros y patrón, de común acuerdo para defender la fuente de trabajo e impedir la cesantía forzosa de X obreros, han vuelto a disminuir las jornadas de trabajo a 4 o a 3 días por semana, con todo ya hay aproximadamente 500.000 de desocupados y pronto llegarán al millón.
Cuanto lamento la pérdida de las cartas, en una de ellas les contaba con detalle como se salvó el mural del Banco, agregándoles varios recortes de notas publicadas en Clarín y otros diarios. Es una pena. Antes de volver al hotel para hacer las valijas –salgo para Bs. Aires dentro de 2 horas, pasé por Fauchon y junto con mostaza de Dijon y otras cosas compré medio kilo de higos negros frescos de un país africano de los nuevos, cuyo nombre no me quedó, los puse en la heladera de la habitación y me los acabo de comer todos. Si hay alguna consecuencia molesta, tendré para distraerme en el avión que es uno de los grandes, en vuelo directo a Río de Janeiro; luego como corresponde al estado de nuestro país, trasbordaremos a otro chiquito para llegar a Ezeiza, donde para poder salir rápidamente sin perder el tiempo mostrando los regalos que uno naturalmente compra, ya tengo preparados los 20 dólares para el aduanero.
En un par de horas libre que me dejó el trabajo, vi una gran exposición de Max Ernst, del cual tengo ahora una imagen bastante completa.
Amigos, una abrazo y hasta pronto
Bernardo