Proxecto epístola

Agrupación de coleccións epistolares para a páxina institucional do Consello da Cultura Galega.

Carta de Virgilio Garrido a Lois Tobío Fernández, 1967.

03/09/1967
Virgilio GarridoJuan Boris GurewitschMª del Carmen SolerLois Tobío FernándezConstanza Tobío SolerMiguel Tobío SolerMaría Valverde
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Montevideo, 3 de septiembre de 1967
Querido Tobío: No tengo otra razón para excusarme ante la tardanza en responder a su carta del 8 de mayo (!) que la de no contar con noticia agradable que comunicarle. Sin duda, la tormentosa situación nacional influye en los ánimos de todos y aunque ya nada tenga de qué admirarme a esta altura de mi vida, –ni tampoco temer– no soy insensible al malestar general. Esto unido a que mi hermano falleció el último día de junio, víctima de un infarto cardíaco que se lo llevó en 24 horas; que llevamos muchos meses en que las condiciones atmosféricas se presentan con adverso carácter al que convendría para el medio de personas, animales y plantas; que diversos brotes epidémicos de los más irreductibles virus –ya se están resistiendo hasta a las paternales amonestaciones del Presidente quinquenal de la República– hacen estragos incluso entre los médicos –yo tuve una especie de "garrotillo" que me obligó a recurrir al lenguaje de las manos– y si la lectura de "Marcha" no les mejora el cuadro, comprenderá que éste no es el Uruguay que Vds. conocieron.
Y, no obstante, quiero borrar la impresión que este negro brochazo puede producirles, porque pronto mejorará la temperatura soportada estos dos últimos meses, volverán los días de playas, la fruta y verduras; se votarán las leyes promisorias de la reconstrucción nacional; los jugadores nacionales de futbol, los profesores universitarios y los novillos serán exportados en canal y el peso merecerá este nombre, dejando de ser ingrávido.
Otras noticias subdesarrolladas son que mi sobrino Hugo Rocha, empleado actualmente en las oficinas de la ONU, en Nueva York, estuvo por aquí días pasados y me dijo que con él trabajan algunos españoles que son personas de trato agradable, muy superior al que conceden los americanos. Uno de esos compatriotas procede del Ministerio de Estado (Pl. de Sta. Cruz) y le habló de que su jefe había sido Alvaro que en la actualidad ocupa un puesto importante en esa dependencia gubernamental.
Me alegro que nuestro amigo haya encontrado la paz espiritual de sus ansias y desvelos, tras esos recios muros donde otros ilustres ciudadanos alcanzaron la paz eterna.
Otro inquieto idealista que marchará en breve –si no se ha ido ya– para Europa es Gurewitsch. Y como esta vez piensa visitar el Museo del Prado, ya que en el viaje anterior desdeñó por completo enfrentarse a las obras de los pobres pintores del pasado, me ha pedido su dirección, que no he vacilado en dársela, pensando que a Vd. quizá le distraiga lo que pueda contarle de la crónica menuda del país.
Espero que hayan pasado Vds. las vacaciones de verano con toda felicidad, en cuyo caso le agradeceré que me cuente por dónde anduvieron. Y así podré imaginarlos divirtiéndose por pueblos, riberas y montañas, si los paisajes de su elección son conocidos; puesto que, en mis tiempos, recorrí con María la mayor parte de la península.
También desearía saber a qué distrito han ido Vds. a habitar. No conozco esa calle y como no poseo ningún plano de Madrid, no tengo la menor idea de si pertenece a la Corte de Répide [?] y de mis años de Facultad o a este otro de aumento periférico y rectilíneo que causa la admiración de los uruguayos, a quienes no les agrada la lepra de los siglos sobre las mansiones históricas.
En fin, para no aburrirle con estas naderías del artificio epistolar, terminó por hoy y espero recibir pronto sus interesantes noticias que me sacudan de esta suspensión mental que con frecuencia me abate. Les llega "Marcha"?
Mis cariños a María del Carmen, a Miguel y Constanza, con un fuerte abrazo para Vs.
Virgilio [sinatura autógrafa]

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