Proxecto epístola

Agrupación de coleccións epistolares para a páxina institucional do Consello da Cultura Galega.

Carta de Lois Tobío Fernández a Virgilio Garrido, 1969.

07/01/1969
Francisco FrancoVirgilio GarridoAntonio GiralManuel HerreroFernando Quiroga PalaciosLois Tobío FernándezMiguel Tobío Soler
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7 de enero de 1969

Querido Garrido:
Hace muchísimo tiempo que debiera haberle escrito pero no resulta fácil encontrar un rato de reposo para conversar sosegadamente con Vd. Madrid se va haciendo cada año más atropellada y caótica, las calles están cada vez más congestionadas y cualquier cosa que haya que hacer absorbe muchísimo tiempo. Es una paradoja de este mundo moderno cada vez más veloz y, juntamente, más dilapidador de las horas de que uno dispone. Sólo en transportes se van no pocas, y otras tantas en las esperas, aguardadas y colas.
Últimamente ha habido para nosotros dos noticias sorpresivas y agradables: las visitas de los Giral y los Herrero (éstos para quedarse). Para mí fue cosa inesperada que Herrero decidiera volverse, pues aunque Montevideo no debe ser hoy muy agradable, tampoco parecía indicado regresar a este país para empezar relativamente de nuevo. El me explicó con detalle sus razones, que comprendo perfectamente, sobre todo porque la decisión tenía que tomarla ahora o nunca.
A los Giral los encontramos muy bien. Antonio, tan simpático y bueno como siempre y Pilar con el mismo carácter amable y cordial "du bon vieux temps". Los chicos están enormes, los varones, y Juan Antonio de un empuje y actividad que ha de llevarle muy lejos. No estaba Mavi, pero la habíamos visto pocos meses antes de paso para Londres. Estuvimos cenando en el Luz Palacio, Hotel nuevo de aquí, los Giral, los Herrero y nosotros. Fue un encuentro emocionante después de tantos años, añorando las veces que estuvimos juntos en Montevideo. Ya puede imaginarse que nos acordamos y hablamos mucho de Vd. Los Herrero nos dijeron que Vd. se mantenía en plena forma y desafiando los años, cosa que nos alegró mucho.
Miguel, a quien sólo le falta un año para terminar la Facultad de Ciencias Económicas, está haciendo ahora el servicio militar, con bastantes molestias y desagrados porque, por haber intervenido en algún disturbio estudiantil, y ser sancionado por ello, hace tres años, no pudo utilizar las ventajas que en principio dan a los universitarios y, además, le hacen cuanto pueden la pascua, excluyéndole de los servicios de oficina u otros igualmente cómodos y teniendo que aguantar los incordios de los soldados analfabetos. Hago gestiones para ver de conseguir aliviarle estos trabajos y tengo esperanzas de conseguirlo.
De la situación en general del país no es mucho lo que puedo decirle. Hay una atonía general en la vida política, un inmovilismo y una ausencia total de afán de renovación que coincide con la lenta declinación orgánica del capo. El discurso que hace todos los fines de año fue éste pequeño, intranscendente, monótono y apagado. Terminaron ya las frases exultantes, amenazadoras, arrogantes sobre la visión política del Régimen y de él mismo. En plena liquidación de los últimos colgajos del Imperio que habían querido restablecer, ya no pueden poner demasiado énfasis en su oratoria. Tras la Guinea, ahora Ifni y mañana Sahara. Como contrapartida, concentran todos los fuegos de la política internacional en recobrar el Peñón gibraltareño. A eso, que no vale nada fuera del puntillo de amor propio, se reduce toda la política internacional de España. Difícilmente puede haber nada más ridículo en la historia de la diplomacia.
Todas las viejas consignas ultramontanas y reaccionarias se van pudriendo lenta y espontáneamente desde dentro y sin necesidad de atacarlas. El clericalismo se descompone porque hay muchos curas jóvenes que están en actitud de franca rebeldía contra los curas viejos y los obispos. Los curas vascos estuvieron encerrados muchos días en una iglesia de Bilbao y hasta en Santiago de Compostela un numeroso grupo de curas principalmente jóvenes llamó a capítulo al cardenal Quiroga para exigirle que procurase que la Iglesia española se distanciara del Régimen y rompiera sus vínculos con él ya que de otro modo el pueblo podía ir distanciándose a su vez de ella.
Sobre este cuerpo envejecido que es el Régimen, encarnación de todas las miserias históricas de España, los gusanos de las nuevas generaciones van royéndolo lentamente y también los turistas extranjeros que han contribuido en manera providencial a esta liquidación de antiguallas que ahora estamos viviendo. La agonía puede ser larga como lo está siendo la del Caudillo, encarnación del Régimen. Pero todo esto va fatalmente barranca abajo.
Espero que habrá pasado buenas fiestas y, reiterando mis augurios de la tarjeta que le envié, le deseo un felicísimo 1969.
Déles nuestros saludos a las buenas amigas de la calle Pimienta, y a todos los demás amigos y conocidos que Vd. vea. Para usted, de todos nosotros, los más afectuosos abrazos de vieja amistad.
[sen asinar]

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