24 junio/58
Señor Luis Seoane
Ciudad
Mi querido Seoane:
Le decía –hace mucho– [en] una carta sobre La Soldadera . He comentado su obra con diversos amigos.
Ud. lo hace todo bien –pintura o teatro– porque se entrega en sangre y corazón, se quema y renace cada vez. La Soldadera tiene el hábito de pueblo que le da grandeza y tragedia, el aire de lo cervantino y goyesco en que España se reconoce con más autenticidad. La profecía, la admonición, el movimiento de masas de Fuente Ovejuna ; lo trágico y esperanzado: un hálito diverso, pero rico y verdadero de esencias generosas, comunica a su obra ese temblor de la letra viva, por donde la sangre circula.
Comprometerse: eso es todo. No creo en un arte “no comprometido”. Todo depende de la altura del grito, de la hondura de la voz. Sólo queda –Ud. lo sabe– aquello en que ponemos vida, aquello que –de algún modo– nos resta sangre, porque la hemos querido dar a una obra de amor.
Mis felicitaciones. Respetos a su esposa, con los saludos cordiales de mi señora.
Para usted, un gran abrazo de su amigo
León Benarós