PROXECTO EPÍSTOLAS

----

LOCALIZACIóN: Waynesburg

Epístolas
8 mencións
Data Relación Remitente - Destinatario Orixe Destino [ O. ] [ T. ]
Data Relación Remitente - Destinatario Orixe Destino [ O. ] [ T. ]
1947-10-02
Carta de Otero Espasandín a Seoane. 1947
Waynesburg
Transcrición

Transcripción da epistola Carta de Otero Espasandín a Seoane. 1947 en 02/10/1947


2 de octubre de 1947

Mis queridos amigos:

Estaréis escandalizados de mi tardanza en escribiros y con sobrada razón desde vuestro punto de vista; pero miradas las cosas desde el mío, son un poco distintas. Hemos llegado a nuestro destino medio muertos. La misma tarde que llegamos a Nueva York salimos para Pittsburg, tras una lucha heroica con los equipajes. Los cajones de libros, desflejados en la aduana, se negaron a resistir más y se abrían con el más leve pretexto. Allá están todavía en Nueva York en espera de que se resuelva una huelga de transporte o cosa por el estilo. Waynesburg es para mi gusto divino; sólo le falta el mar. Tiene muchos árboles y unas colinas maravillosas. Todas o casi todas las casas están perdidas por el campo entre árboles y céspedes. De un árbol a otro saltan constantemente las ardillas y, a veces, casi se nos meten en las clases del colegio y hasta en las habitaciones de casa. Ante estos árboles y esta verdura que todo lo bañan nos acordamos muchos de todos vosotros. ¡Qué sitios para pintar, para vaguear, para escribir, para soñar, para vivir, en una palabra..! Las gentes son de lo más curioso. Sin ir más lejos, el President del colegio, un anciano pastor presbiteriano, enseña biología, y pocos son los alumnos que pueden resistir sus carreras a campo a través buscando hongos, plantas raras, lagartijas, fósiles, etc. Su coche está siempre lleno de las cosas más peregrinas, y cuando se sube uno a él tiene que abrirse paso entre ellas. Lo primero que le regaló a Cuqui fue una punta de flecha de sílex de los indios del valle del Missoury. Sus ojos, hundidos entre unas espesas cejas, son una maravilla de candor y de ternura. En general reina una sana franqueza en todo el mundo. Todos están dispuestos a ayudar, pero, si no son necesarios, se mantienen a distancia como la cosa más natural del mundo. Pero lo más sorprendente es la manera de vestir que tienen; se ponen en la cabeza las cosas más inverosímiles, y lo mismo en los pies y en todas partes. Si media docena de los alumnos irrumpiera de pronto en la calle Florida, se movilizaría en el acto toda la policía de Buenos Aires, sin exageración ninguna. Un compañero de clase de Cuqui va a la escuela con el sombrero de su mamá, lleno de colgajos y de colorines, sin que nadie se dé por enterado. Hay unos jerséis fantásticos, unos chaquetones inconcebibles, unas gorras que parecen de Marte, y nada desentona; todo el mundo pasa con las caras más tranquilas, más alegres, más indiferentes a lo que pueda pensar el vecino. Sobre política no he oído todavía hablar, pero me sospecho que las opiniones deben ser parecidas a las indumentarias: muy distintas en detalle e iguales cuando se toman a millones. Ya veremos. Desde luego no parece que haya veneno en el fondo de estas gentes del campo. La comida parece cara, pero es fantástica. Yo nunca vi bananas hasta aquí. Manzanas, naranjas, ciruelas, nueces, leche, pan, manteca... parecen traídos de otro mundo o poco menos. Cuqui, que se zampaba en Buenos Aires hasta tres o cuatro banas de una sentada, rara vez se atreve aquí con una. La botella de la leche tiene cinco dedos de nata por encima cuando llega a casa. La ropa es baratísima en general, sobre todo si se tiene en cuenta su calidad; sólo con ver estos géneros se suda. Alicia compró ayer un abrigo de lana forrado de piel (y con forro separable) creo que por menos de cuarenta dólares. Según su testimonio uno igual en Buenos Aires, –bueno, igual no lo encontraría, pero equivalente– le costaría bastante más de los quinientos pesos. Unos zapatos formidables cuestan aquí alrededor de nueve dólares. Las tiendas, y sobre todos los escaparates, tienen una apariencia modesta, pero no bien se entra y se examina el contenido, se echa de ver la consistencia de todo cuanto se vende en ellas. La acogida fue muy buena. A Alicia le ofrecieron trabajo por dos años al menos no bien llegó; es decir, la obligaron a aceptar un puesto de profesora por existir un número excesivo de alumnos este año. Los alumnos son casi todos unos hombretones desgarbados, con muy buen humor, rudos en apariencia, pero de fondo excelente. Entran cantando en clase si a mano viene, pero no bien se dan cuenta, callan con la misma naturalidad con que empezaron. En general aquí no existe el estudiante señorito; trabajan medio día y estudian la otra mitad muchos de ellos. Con las chicas pasa otro tanto. (En el colegio hay coeducación y hasta estudiantes matrimonios). Es lo más frecuente entrar en una tienda y ver que la mitad de los dependientes de ambos sexos saludan a uno por ser alumnos. Alicia se sintió al comienzo un poco azarada con estos alumnos chungones, pero ya se va dando cuenta del estilo. Por ejemplo, hoy llamó a un muchacho a la pizarra para que escribiese unas palabras, el cual le contestó que era mejor llamar primero a las chicas, simplemente porque they are prettiest to look at. Otro le preguntó si la palabra rubio escrita en la pizarra se refería a él. Expresiones como ésta son comunes hasta en las clases del presidente, el pastor presbiteriano, que le gasta chanzas a su esposa y a su secretaria porque son metodistas y no entienden una papa de asuntos de predestinación. Tenemos una biblioteca espléndida. Como aquí se enseña de todo, desde griego a cálculo infinitesimal, hay libros y revistas de todas clases; de modo que estoy en mis glorias. La calefacción es tal que Alicia, la friolera más empedernida que he conocido, dice que le cuesta trabajo soportarla en el colegio y en casa. El clima es frío, pero seco; aquí no se pega la sal ni el azúcar; los cepillos de dientes están secos a los pocos minutos de haberlos usados. Alicia se ha deshidratado como Torralba: ha perdido cinco kilos sin saber cómo. Yo ni estoy desganado ni tengo hambre. Bueno, os debo una carta sobre el viaje y otros detalles, pero habéis de tener alguna paciencia. Mandadme cuanto podáis de letra impresa en español. Muchos recuerdos de los tres para todos vosotros y escribidme cuanto antes podáis.
Decid a Torrallardona que no pude dar con Homos en Pittsburgh. Es una ciudad muy grande y en una de las casas Kodak no me supieron decir ni donde está la calle. Estuvimos allí muy pocas horas, por otra parte. Pero ya buscaré la ocasión de ponerme en contacto con él. Abrazos de

Otero

[Escrito na marxe dereita da primeira folla:] Nuestras señas son: 54 N. Richhill St.
C/O Mrs. Post
Waynesburg PA. USA

1948-01-01
Carta de Otero Espasandín a Seoane. 1948
Waynesburg
Transcrición

Transcripción da epistola Carta de Otero Espasandín a Seoane. 1948 en 01/01/1948


Waynesburg, 1 de enero de 1948

Queridos Maruja y Luis:

Acabo de regresar del colegio de recoger vuestra carta, que hemos leído en coro los tres al lado del árbol de navidad. En primer término, he de lamentar la pérdida de una carta muy extensa mía, acompañada de unas estupendas fotografías. Ahora comprendemos que ciertos amigos no nos hayan contestado algunas cartas. Tenía interés en mostrarte ciertos aspectos de la naturaleza de por aquí, y aprovechando la coyuntura de haberme regalado Alicia y Cuqui una máquina Kodak por mi cumpleaños, hice unas fotografías, algunas muy buenas, de los árboles de los alrededores, y de ellas os mandé algunas. Se perdieron en algún sitio, como el que tú indicas sin duda, y lo siento todavía más por vosotros que por nosotros, pues una carta nuestra debe ser lo mismo que una vuestra aquí para nosotros. Alicia ha estado un poco enferma y aún lo está como consecuencia de las preocupaciones por su familia en Londres y en España, y del mucho trabajo aquí con charla tras charla en clubs estudiantiles y de señoras. Esperamos que se restablezca pronto, sin embargo, para lo cual solemos hacer paseos bastante largos por los alrededores (a fin de que tome el aire fresco y se distraiga) aprovechando las breves vacaciones de Navidad y Año Nuevo. Hay paisajes nevados espléndidos por estos alrededores, y sobre todo hay unos colores en las vertientes de las colinas y en las cañadas que sorprenden al más acostumbrado a ver paisajes. ¡Verás que cosas te esperan al llegar aquí para pintar! Estoy seguro de que no te vas a saciar de rondar por los alrededores y de pintar y dibujar estos colosos del reino vegetal y este paisaje a la vez fuerte, de grande estructuras, (sobre todo contemplado desde una prominencia) y delicado. No sé cómo aparecerá en primavera y verano, pero en otoño e invierno dominan los tonos leonados, grises y violetas sobre una paleta ocre, sorda, cálida. Yo no soy pintor, por desgracia, pero en presencia de estos bosques y estas colinas, regatos, ríos, cañadas y hasta perspectivas urbanas, me desespero de no serlo y me acuerdo de ti y de Colmeiro no sé si con rabia de no teneros aquí y poder haceros felices o de que el mundo sea tan angosto, tan mezquino y estúpido como para cerrarle las puertas al genio.
He recibido el libro de Colmeiro publicado en Botella al mar, y no puedo menos de felicitaros a los dos, no sólo por haber hecho un libro único a mi modo de entender, sino por esa leal y recíproca admiración que entre ambos existe. No creo que sea necesario hacéroslo ver, pero me permitiréis confesaros cuán hermoso me parece ese gesto de recíproca admiración, tan poco frecuente en todos los momentos entre artistas. Deseo con toda mi alma que este espíritu de colaboración se mantenga siempre entre todos nosotros; que empecemos por superar fuera de España esos rencores, celos, envidias y pobreterías que han arruinado a nuestra patria y nos tienen perdidos por el mundo. Te agradezco muy de veras el obsequio del libro de Hurtado y Palencia; pero no quiero que gastes un centavo más: me remuerde la conciencia que viviendo en esas condiciones en que vosotros vivís, me hagas obsequios de esta clase. Por mi parte, voy a ponerme en contacto con el Museo de Bellas Artes de Nueva York para obtener reproducciones de cuadros; veré cuanto cuestan, cómo son y demás detalles, y te mandaré las que pueda a ver si llegan a tus manos, de lo que, por cuanto me dices, no estoy muy seguro. Estoy esperando la ocasión de ir a Pittsburg y ver el museo de la Carnegie y hablar, si es posible, con el director; el otro día estábamos en camino en el coche de unos amigos, pero Alicia se mareó como consecuencia de su malestar general, y tuvimos que quedarnos en una ciudad intermedia llamada Washington, mucho menor, pero aún así de la talla de La Coruña, salvo el mar. Aún no pude ponerme en contacto con el amigo Torrallardona, Abel Hornos; no sé si le escribiré hoy o mañana mismo. ¿Cómo están Torra, Castañino, Urruchúa, etc? Di a Colmeiro que le escribiremos pronto dándole las gracias; cuando tu libro llegue, te lo comunicaré también. En cuanto cobre, giraré a Trélles el importe de tres libros que me envió. Repítele a Cuadrado que me envíe algún libro de los que publique. ¿Cuándo sale el suyo? ¿Cómo va el tuyo de leyendas? Mucho me gustaría ver tus cosas últimas y poder darte mi parecer sobre ellas. No dejes de dibujar y usar y hasta abusar, si es necesario, de la acuarela. Creo que es un camino de mucho porvenir para ti, sobre todo si vienes a ésta: puede ser que no entiendan tus cuadros fácilmente, pero tus acuarelas te abrirán el camino en el acto. Hazme caso. Una exposición de acuarelas de por aquí te asegura dos años de vida y te acredita inmediatamente. Un abrazo muy, muy grande de los tres para los dos y muchos recuerdos a vuestros padres y comunes amigos.

Espasandín

[Carta manuscrita]

Queridos Maruja y Luis:

¡Qué rabia que se perdió aquella carta nuestra con las fotografías! Creo que lo mejor es certificarlas todas.
Mucho os recordamos, especialmente en nuestros paseos entre la nieve. El otro día anduvimos largo y tendido por una carreterita nevada, en zig-zag, salpicada de granjas con campiñas y caballos, y por donde jugaban los chicos con los trineos. Hemos pasado unas fiestas muy agradables, pero nos faltabais vosotros. Tenemos un arbolito de Navidad de verdad, muy mono, con luces eléctricas y una gran estrella en la punta. Hemos echado de menos el turrón y las almendras. ¡Cuánto nos gustaría ver los cuadros de Luis! Y creo que los veremos. El libro de dibujos de Colmeiro, dedicado a los tres, (lo cual nos ha puesto muy orgullosas a Cuqui y a mí) nos gusta mucho y está en la mesita de nuestra sala para que se vea bien y para poder mirarlo de vez en cuando. No me habléis de conferencias porque estoy de ellas hasta la coronilla. He hablado más en público que antes en toda mi vida. ¡Ya veis lo que es el destino! Ando un poco mal; me cansé mucho y estoy sufriendo las consecuencias. Nada más por hoy.
Escribid, vuestras cartas nos alegran tanto. Recuerdos a todos y para vosotros los mejores deseos de vuestros buenos amigos los

Otero

[Sobre:] From: J. Otero
7501 Democracy Blvd. B-215
Bethesda, Md. 20034. USA

Sr. D. Luis Seoane
Paseo de Ronda, 15, 6º
La Coruña
Spain

1948-01-31
Carta de Otero Espasandín a Seoane. 1948
Waynesburg
Transcrición

Transcripción da epistola Carta de Otero Espasandín a Seoane. 1948 en 31/01/1948


[Manuscrito:] Waynesburg, 31 de enero de 1948

Querido Luis:

Hace unas horas puse fin a mis calificaciones del primer semestre, tarea delicada por mi sensibilidad y además muy laboriosa. Esta fue la causa de que no haya contestado inmediatamente tu última carta de 17 de enero. Esto te habrá sorprendido por cuanto dirigí hace unos días a tus señas una carta para Dieste. La explicación es esta: Recibí una suya explicándome ciertos pormenores de la actitud de Vercelli para con ellos; en la misma me decía que salían pronto para una playa del Uruguay (no especificada) a descansar. Pensé entonces que mi carta podría ir a parar a manos indiscretas o perderse por no hallar a su destinatario y, en consecuencia, decidí dirigirla a tus señas para que se la entregues cuando y donde convenga. Pero dejemos ahora de lado lo de Dieste, pues nada nuevo supone para ti y vengamos a lo nuestro. Cuando llegó tu carta contándonos vuestras agonías con las altas temperaturas y la humedad, empezaba Waynesburg y puntos vecinos a sufrir una ola de frío sonada. Tuvimos temperaturas de treinta grados centígrados bajo cero y todavía a estas alturas el termómetro situado del lado de afuera de la ventana debe marcar sus quince grados, o cerca, bajo cero. Todo el campo está cuajado de nieve, y el tráfico carretero encuentra con dificultades debidas al hielo. Para colmo en casa estuvimos con la calefacción estropeada y pasamos unos días duros. Hoy nos instalaron dos estufas de gas de camisa mientras llega la hora de la cena. Por cierto, acabamos de echarnos al coleto sendos helados, cada uno a su gusto, como si nada pasara. Aquí es corriente ver a los chicos comiendo un helado por la calle, mientras necesitan fundas especiales para evitar que las orejas se les congelen. Como ves, este es tu país, no sólo por este detalle, sino por muchos otros, innumerables. Yo acabo de completar mi experiencia en el colegio. He pasado prácticamente por todas las fases; he superado dificultades de cierta importancia, como es la de verme, de buenas a primeras, metido en una clase de alrededor de sesenta veteranos de guerra para explicar con mi mal inglés los rudimentos de la fonética y la ortografía españolas, pero a estas alturas, sin que ello se vea como un alarde, creo haber hecho mi aprendizaje, al menos el de bulto. Ahora sólo resta algún trabajo de lima.
Alicia no se ha sentido muy bien en estos últimos meses; el médico le recomendó descanso y aire fresco, y con ello nos venimos dando los grandes paseos, haya nieve o no la haya, por los alrededores. En estas caminatas nos recordamos de vosotros y tratamos de ver de que manera arrancaros a esa prisión; no dudamos de que lo lograremos de una manera o de otra, y de que nos daremos las grandes panzadas de caminatas a campo a través. Pensad que nosotros estamos tanteando el terreno constantemente, que no se nos escapa un solo momento lo que estáis sufriendo ahí; pero no os impacientéis porque en ciertos casos el forzar la marcha puede ser contraproducente. Aquí se habla de organizar una sección de arte en el colegio, y ello pudiera ser una buena ocasión para traeros. Por aquí hay sus aficionadillos, acaso con sus ambicioncillas más o menos ocultas y sobre todo en el secreto de lo que por aquí puede interesar. Estas teclas hay que saber tocarlas a su tiempo. Yo confío, llegado el momento, un golpe de efecto con el presidente y su señora, personas estupendas por todos conceptos. Por otro lado, teniendo nosotros casa aquí donde acomodaros provisionalmente, lo de la sección de arte basta que sirva de pretexto para las autoridades. Lo demás vendrá poco a poco. El día que os veáis aquí, os creeréis resucitados, como nos pasó a nosotros. No seréis de momento o talvez nunca personajes de cuello duro, pero os sentiréis personas de arriba abajo. Supongo que Dieste tendrá ocasión de mostraros unas fotografías de aquí hechas en la nieve. Hay árboles, colinas a montones, ríos helados durante el invierno y reducidos a la nada por el estiaje; pájaros, tipos humanos de un interés pictórico grande y mil cosas más donde podrás saciar tu apetito exasperado de pintor y olvidarte de que en el mundo existen cosas como los directivos del Centro Gallego, los personajes de las editoriales, los intelectuales borrachines y vanidosos, las estrellas y estrellitas de cine, los dirigentes políticos, etc. Me hubiera gustado mucho ver tus cosas últimas; tal como me las describes, me está gustando ya. El estudio del paisaje a secas, sin figuras humanas como hasta aquí, puede servirte para considerar ciertos valores estrictamente paisajísticos con mayor libertad y hondura si cabe. Al contrario, también las figuras se pueden aislar, como hiciste con ciertos retratos, entre ellos el de Maruja. El artista no debe limitar jamás sus puntos de vista ni sentirse comprometido con supuestos aciertos a hallazgos. Nada de apegos supersticiosos, de concesiones al público o a la crítica; nada de reglas de oro, de cánones establecidos o sancionados. Este ha sido el gran heroísmo de Picasso, que no ha sucumbido a nada, ni menos al picassismo. Ensaya, estudia, aférrate a una cosa mientras se te resista y olvídala cuando hayas dominado sus secretos. No te enamores de ellas, por tentadoras que sean, en cuanto artista, pues por muy hermosas que sean no son las únicas merecedoras de tal honor. Por mí he de decirte que acabo de encontrarme con un paisaje nuevo, totalmente nuevo, y tan merecedor de mi admiración, como cualquier otro de los que he conocido en otras partes. Ante el sería necio cerrar los ojos para volver al recuerdo de Galicia, de Castilla, de Cataluña, Francia, Inglaterra. Pero todo esto es archisabido y no merece más comentarios. Sobre mis proyectos poco te diré por el momento; he estado muy atareado, y todavía lo estoy bastante, para lanzarme al agua; antes tengo que liquidar ciertos compromisos con Atlántida, aquietar la conciencia un poco en el orden económico; ordenar mis rutinas; pensar y repensar un poco, y luego acaso me lance a un libro de recuerdos de infancia, dentro del cual quepan muchas cosas sobre la vida de mi aldea que tú ansías ver escritas. Sí, es cierto; creo que estas cosas sólo puedo decirlas yo, mejor o peor, de vuelta de mis muchas lecturas, estudios y exploraciones. Lo malo es que no sé por donde empezar y sobre todo como justificarme ante mí mismo. Pero a lo mejor todo es cosa de empezar como sin querer y dejar volar el alma a pleno recuerdo. Si para entonces estás aquí, podemos ser colaboradores, como me has prometido. Acaso también Alicia haga alguna cosa sobre la línea de la conferencia del Centro Gallego, para lo cual sería conveniente que la salves del eterno olvido y se la mandes sin publicar, dado que la publicada temo que no salga nunca. Lamento la situación de Varela y de otros amigos, pero si las dificultades a que tienen que hacer frente les pueden servir para aligerar las alforjas y echarse a campo a través, casi me alegro. Yo me creí que, después de la penitencia en la Peña Pobre, a lo Amadís, no volvería a la Argentina. Acaso esté arrepentido del prosaico término de su aislamiento y repita la hazaña el día menos pensado. Ojalá. En cuanto a Plaja también lo siento, aunque menos, claro está, pues no le movió la penitencia caballeresca en sus andanzas a buen seguro, sino el afán de conquistar con sus pasados laureles un reino demasiado grande para su talla... Pero esto para solo nosotros. ¿Qué hace Cuadrado? ¿Salió su libro? Dile que me mande un ejemplar. Aquí se siente sed de libros, sobre todo españoles... ¿Quieres saber que aún no llegó la Historia de la Literatura que me anuncias? Bueno, Luis, no te quejarás de esta sentada. Alicia y Cuqui me esperan para cenar, y también recaban un rinconcito del papel para sí, cosa que me parece muy legítima. Escríbeme pronto para que yo haga lo mismo; ten confianza en nuestra amistad y estudia inglés y pinta mientras tanto. ¿No hay manera de encontrar por ahí una copia, aunque sea vieja, del diccionario aquel que me prestó Roel? El libro de Aquilino Iglesias Alvariño me encandiló el apetito de escribir poemas y para ello me gustaría la compañía de un diccionario así. No tomes la cosa a pecho; pero si ves la coyuntura me avisas. Mándame la revista del Centro, y, si puedes, algunos números viejos con colaboraciones mías y de los amigos. Un gran abrazo para los dos juntos de

Espasandín

[Manuscrito por Alicia:] Queridos Luis y Maruja: Después de esta carta kilométrica de Ote poco me queda qué deciros. Que un día estuvimos a 32º bajo cero, que tenemos nieve a todo trapo y lo peor es que se hiela y das cada patinazo y aun cada culada que no os quiero decir, pero eso le pasa a todo el mundo, así que nadie te mira. Varios días hemos tenido que limpiar la acera y el jardín con palas, pero todo está precioso, especialmente los árboles y las montañitas que se ven desde las ventanas del comedor de la cocina. Os recordamos constantemente. Están aquí (en Estados Unidos) unos amigos españoles; la hija de Dña. Luisa Viqueira, casada con Rubén Landa; viven en Méjico, pero han venido a enseñar con un contrato de un año. Tenemos mucho interés en verlos y recordar con ellos tiempos pasados. Escribid mucho, [escrito na marxe dereita:] vuestras cartas nos encantan. ¿Qué hace la gente en Buenos Aires? Cuqui está bien; tiene un trineo muy salado. Abrazos de

Alicia

[Manuscrito na marxe esquerda por Alicia:] ¿Qué les pasa a los Salgués? Les hemos escrito varias veces, pero nunca hemos tenido contestación. ¿Por qué no los llamáis y preguntáis por ellos y les dais recuerdos? Gracias.

[Manuscrito na marxe esquerda da primeira folla:] Nuestras señas particulares por ahora son: 220 South Washington Street, Waynesburg. USA

1948-11-13
Carta de Otero Espasandín a Luís e Maruxa Seoane. 1948
Waynesburg
Transcrición

Transcripción da epistola Carta de Otero Espasandín a Luís e Maruxa Seoane. 1948 en 13/11/1948


[Manuscrito:] Waynesburg, 13 de noviembre de 1948

Queridos Luis y Maruja:

Hace cosa de un par de semanas hemos enviado a Maruja Salgués un paraguas para Maruja, obsequio de Alicia y Cuqui, y un chaquetón de trabajo de los que aquí se estilan, para Luis de mi parte. Tuvimos ya acuse de recibo de Maruja, a punto de poner el pie en el estribo en el ómnibus para Nueva Orleans, de modo que, a menos que algo anómalo ocurra, os llegará con ella (o ellos). Hemos comprado lo mayor que encontramos, y si bien está de acuerdo con las medidas que nos enviasteis, no nos sentimos muy seguros de que la gran humanidad de Luis quepa dentro. (Esperamos que no habrá susceptibilidad por su parte a estos comentarios, tanto menos cuanto que yo mismo estoy echando una barriga espléndida esta última temporada como consecuencia de un casi claudicante sedentarismo desde que la huerta entró en estado de letargo con la otoñada). Esperamos que para Navidad estarán ahí, y si bien la estación en que os encuentran no es la más apropiada para sacarles partido de inmediato, todo es cosa de tomar precauciones con la polilla y esperar el cambio de estación. Aquí a estas alturas estamos tiritando ya, con las estufas encendidas casi noche y día, y no tardarán en aparecer las primeras folerpiñas de neve. No sé cómo se me vino a las mientes esta palabra, pero nada tiene de particular escribiéndoos a vosotros. Por otra parte, estoy cada día más enzarzado con las palabras vernáculas, aunque cuento con poco material de información en este minúsculo Waynesburg. Por cierto, acabo de perdirle a Trelles, el de Atlántida, la gramática histórica portuguesa de J. Nuñes que acabo de encontrar anunciada en un catálogo de la librería Panamericana de Buenos Aires, Lima 707. Pero volvamos al tiempo. Los árboles acabaron de desprenderse de sus espléndidas galas otoñales, más espléndidas en general que las de primavera. Yo nunca vi hojas como éstas de aquí. Algunos días salimos Alicia y yo de paseo y a cada paso nos deteníamos para admirarnos de los colores de las hojas, rojas de óxido, amarillas, anaranjadas, castañas, verde amarillentas... algo imposible de sugerir en palabras. Y luego la terrible exclamación: “¡Si estuvieran aquí Luis y Colmeiro!...” Este paisaje es algo sorprendente. Uno cree haber visto mucho en España y fuera de ella, y tiende a creerse autorizado a hablar de paisaje. Pero de pronto le ponen delante de un rincón del mundo o de un pedazo de mar y acaba por reconocer que, de hecho, aquello no lo has visto nunca.
Aquí el ambiente parece mucho más encalmado con el transcurso de las elecciones y con el jarro de agua fría que le echaron a muchos millones de americanos y los ánimos que dieron a bastantes más. Ojalá esto entre ahora en un período de paz interior y se pueda otear el horizonte sin sobresaltos para bien de todos, sin excluiros ni mucho menos a vosotros, cuya situación nos angustia. Habéis recibido una carta mía para Dieste, cuyo paradero desconozco. En una suya me hablaba con gran optimismo, que ojalá se confirme, sobre todo en sus promesas literarias. En el catálogo de la Librería Panamericana está anunciado el libro de Poseidón ilustrado por Luis con los Autos de Gil Vicente. ¿Qué tal salió la impresión de los dibujos? Voy a ver si lo encuentro en alguno de los muchos catálogos que me mandan de Nueva York para adquirirlo; y bien sabe Dios que me arrepiento de n haberle arrancado a Merli la promesa que hizo de regalarme uno de los originales. Creo que Luis debe ilustrar más libros de la Edad Media, como el Libro de Buen Amor, el Conde Lucanor, La Crónica Troyana, los primeros libros de caballerías y cosas por el estilo por ese complejo de humanidad que encierran. Claro que si no lo ha hecho, la culpa no es suya, pero quien vea a Gil Vicente, Quevedo, Gobineau, las leyendas gallegas y sus cuadros incluso, no podrá menos de maravillarse de su fidelidad al espíritu legendario de esa larga y soberbia época donde hirvieron a borbollones todos los fermentos de un mundo todavía agitado y en trance de partos colosales. Vistas las cosas con cierta perspectiva histórica nos muestran cuán lejos nos encontramos –por fortuna– de haber agotado o racionalizado ese torrente de pasiones, pecados, sueños, alegrías, hambres, pestes, crímenes, santidades, heroísmos, traiciones, altanerías, humillaciones,... que Luis ha visto y ve tan magistralmente. ¡Quién tuviera un milloncejo de dólares en la mano! No sé si conoces, Luis, una edición de Gil Vicente publicada en Madrid por Carolina Michaelis de Vasconcelos. La he visto anunciada en alguna parte y creo que debe interesarte, pues hay en ella muchas cosas ignoradas hasta entonces. Yo tengo el libro editado ahí por Molinari, pero aparte del texto, que es precioso, poco dice sobre la época, que debió ser interesantísima, el estado de la lengua y otras cosas que la Michaelis no dejará de tratar.
Hemos recibido un número de La Nación enviado por unas amigas inglesas de Alicia, y por él vimos que a Castañino le han otorgado el primer premio en la exposición nacional o casi así. Nos alegramos mucho por ser un camarada ideal; ahora recuerdo muy bien aquella tarde memorable que pasamos en su casa todos juntos, vosotros, Varela, Alonso, etc. Me trajo a la memoria a Castañino sus elogios del cuadro de Luis pintado para Melella, que debe ser soberbio, como si todos los suyos o todos mejor dicho, sobre todo este que aquí tenemos, el San Eros, la santidad de la Edad Media del cuento. ¿Cuándo hacéis una fotografía y nos la mandáis? Melella es un gran fotógrafo o al menos tiene muy buenas cámaras y amigos fotógrafos, que le harán cuantas fotos quiera. Y aquí rabiamos por ver ese cuadro, aunque sea descolorido.
¿Sabéis algo de Ayala? A propósito, el retrato de Nina es muy original y muy fiel a lo profundo del modelo. Pues bien; le mandé una traducción de un artículo escrito por una profesora de aquí sobre el Premio Nobel de Literatura, así con mayúscula, y nada sé de él, como no sea lo que Luis me ha dicho: si se tratara de algo mío, me tendría sin cuidado, pero trátase de una persona que no tiene por que poner demasiado crédito en mi palabra. Si lo veis, decidle que, francamente, si le interesan el trabajo y las condiciones económicas –cinco ejemplares o seis de la revista para mandar al autor y a sus editores, pues así lo han exigido– que me lo devuelva. No es impaciencia personal, sino refleja; la autora quisiera verlo publicado pronto, sobre todo ahora con ocasión del premio otorgado a Eliot, y por mi parte quisiera verme al margen del asunto. Esto es todo. Decidle a Perrota que se ha expuesto aquí la Cantata y que gustó mucho a estudiantes y profesores, sobre todo las reproducciones. Estoy pensando en la manera de hacer una exposición en petit comité en mi sección de español de los libros de Luis. Pertenezco como miembro honorario a una de las fraternidades de estudiantes, la Kapa, Sigma, Kapa –esto será para vosotros, como para mí al principio, un galimatías– y espero que ella patrocine la idea. Ya os diré.
Bueno, jóvenes, no os quejéis de esta carta escrita con la mesa de trabajo hecha una leonera. Muchos abrazos de vuestros Oteros.
Recuerdos a vuestros padres en primer término y a la interminable lista de amigos, sin olvidar ninguno, de nuestra parte. Escribid.

[Otero Espasandín]

1948-12-13
Carta de Otero Espasandín a Seoane. 1948
Waynesburg
Transcrición

Transcripción da epistola Carta de Otero Espasandín a Seoane. 1948 en 13/12/1948


Waynesburg, Pa
13 diciembre, 1948

Querido Luis:

Si me juzgas por algunas de mis cartas anteriores al pie de la letra, no dejarás de encontrar razones para reprocharme. Por ejemplo, te he dicho que procuraría enterarme de algunas señas a las que debía enviar un ejemplar de tu monografía. Ahora por una de esas venas de españolismo que nos dan a los españoles y que no sé si tenemos derecho a reprochar en muchos casos, resulta que acabo de obtener algunos datos que te envío con mucho gusto y con el remordimiento de no haberlo hecho antes. Art Museum, Boston, Mass. –Museum of Modern Art, W. 53 St. New York City, N. Y., Art Institute of Chicago, Michigan & Adams Streets, Chicago, Ill. –Revista Artnews, 136 E. 57 St. New York 22, N. Y. –Philadelphia Art Museum, Philadelphia, Pa. –The Brooklyn Museum, New York City, N. Y. –The Museum of Art, San Francisco, Cal. –The Whitney Museum of Art, New York City. Esto es lo que ahora sé: más adelante talvez pueda enviarte más.
Ayer, sábado 12 de diciembre, recibimos tu carta del seis del mismo mes. Nos ha causado una gran alegría por todo lo que en ella decís, y particularmente te agradezco los elogios que me dedicas como escritor. Son tan calurosos, sinceros y extremados que me considero en la obligación de corresponder a ellos escribiendo ese libro de que me hablas. Desde hace más de un año me viene rondando la idea de acometer la tarea, pero si bien soy de tu parecer con respecto a Dieste, a quién un afán de perfección inhibe en detrimento de los lectores y de la Historia de la Literatura, mi caso es diferente. Una obra mía, donde no hay como en los demás libros un campo de saber más o menos organizado que me dé la pauta, requiere una cierta elaboración formal, si no ha de naufragar en un amasijo de recuerdos y anécdotas. Acaso rebase tus ilusiones en cuanto al aliento de la empresa y escriba una especie de biografía novelada cuyo primer volumen sea lo que tú anhelas: la vida global de mi aldea tal como yo la he vivido: con cohetes, gaitas, sequías, inundaciones, nieves, faenas de mil clases, nidos, escuela, iglesia, campaneros, tipos sobresalientes, el río, el monte, los juegos de la estornela, de la porca, etcétera. Otro tomo sería mi vida de estudiante en Santiago y en Madrid; otro estaría dedicado a Ribeira, con recuerdos de Dieste, Valle Inclán, Caraminas, Mosteiro, Val, Maside, Manuel Antonio, con todo aquel mar salvaje, aquellas playas, aquel Barbanza, aquellos pinos, dólmenes, mámoas, nataciones, gaviotas... Otro tomo comprendería mis peregrinaciones por el norte de África, por España durante las misiones y la guerra, por Francia, Inglaterra hasta llegar a la Argentina, que bien merece tomo aparte... Ya ves, si pienso en todo esto de que me hablas. No me lleva a escribir otra cosa que ofrecer una faceta del mundo que me ha tocado vivir que ningún otro puede hacer por mí. Ofrecer la suya mejor que yo, pero no lo que he sentido y vivido con una vehemencia que muy pocos sospechan simplemente porque, como acaso sepas, no soy muy dado a la confidencia. Justamente esto es lo que me preocupa un poco. Tendré que apelar a un recurso novelesco para hablar de mis reacciones ante el mundo como si fueran ajenas a fin de vencer un tanto esta reserva que siempre he tenido, incluso con los mejores amigos y con los familiares. Quién sabe si no inventaré un pintor que me describa, una especie de Luis Seoane que, desesperado de ver que un hipotético amigo se niega a contar su vida, se arriesga a narrarla por su cuenta y riesgo. ¡Hermosa trastada, eh! Claro está, una biografía así daría pie a trazar una hermosa galería de tipos, tales como Souto, Colmeiro, los Dieste, tú, Maside, Manuel Antonio y muchos otros que tú conoces y no conoces. Toda esa generación trágica que ahora lucha por salvarse de esta gran hecatombe que se desencadenó con la guerra de España sería en buena medida el protagonista de esta obra un tanto ambiciosa, demasiado ambiciosa para quien jamás abrigó ambiciones de escritor, ¿no crees? Pero una de las cosas que ha dejado huellas más hondas en mi alma ha sido la amistad, esa amistad sentida tan sin cálculos como se siente el paisaje, el mar, el arte, un cielo fugaz, el canto de un ruiseñor o de uno de aquellos mirlos de los aledaños de nuestras aldeas. Esta amistado estos vínculos amistosos con mil gentes en mil lugares, aún sin proponérmelo, ocuparía sin duda los alveolos más íntimos de cualquier intento de esta naturaleza y acaso fuese el móvil decisivo de la empresa misma... Ya veremos.
Estoy leyendo cosas y estudiando en relación con mi nueva tarea; sobre todo reviso los clásicos y no me falta ocasión de revalorar autores y de condenar a perpetuo desdén otros. Por ejemplo, acabo de releer las Confesiones de un pequeño filósofo, de Azorín, y me ha producido un gozo singularísimo. Hay autores que hay que leerlos un poco al margen de la pelea brutal en que estamos envueltos, dejando de lado este tono polémico que nos encrespa y las palabras fuertes que suscita. Azorín es uno. Con todas sus chocheces, con sus manías seniles, con sus resentimientos, sus pifias y otras cosas, no puede negarse que ha alcanzado finuras de sensibilidad no superadas a mi juicio por nadie desde Garcilaso acá. Por otra parte, no ha de olvidarse la sagacidad con que ha sabido valorar lo mejor de nuestra literatura, sin excluir a Rosalía, otra antena poética cuya cima penetra hondo en las regiones quietas y serenas de las almas escogidas. (Bueno, esto es un poco cursi). La Biblioteca del Colegio acaba de adquirir la colección de Clásicos Castellanos por mi consejo y mediación. Ciento diecisiete volúmenes por menos de cien dólares y con una comisión de casi un quince por cien para nuestro amigo común Trelles, que buena falta le hace. El colegio necesita libros de esta calidad para su prestigio, sobre todo ahora que celebra su centenario; pero a mí me van a ser más útiles aún. De los libros impresos en Buenos Aires no te puedes fiar. Justamente uno de estos días acaba de pasarme uno de esos incidentes de que ya me había olvidado, y es el siguiente: Estaba leyendo un trozo de la estupenda Antología de prosistas españoles de M. Pidal en la edición Austral, cuando de pronto noto que estoy en el aire. Examino el libro con el natural desconcierto pensando que sería cosa de unas líneas trastocadas, cuando advierto que falta un pliego íntegro y en su lugar hay otro repetido. Y esto se lo hacen a M. P. con toda desfachatez. ¡Qué no harán con Perico el de los Palotes! Me produjo una rabia atroz, tanto más cuando que carezco de una edición como Dios manda.
Bueno; la Navidad y Año Nuevo están en puertas. No hacemos más que explorar el horizonte de los recuerdos y localizar a los amigos. Vivimos los tres en un estado de tensión emotiva, mezcla extraña de alegría y dolor. Sobre todo nos sacan el sueño los amigos de Buenos Aires, sin frío, sin pinos nevados, sin horizonte claro, sudando indignación, retórica, hastío... Ni siquiera nos atrevemos a aconsejarles paciencia, y una sensación de fracaso o de impotencia nos abochorna. Sin embargo, no nos cabe la menor duda de que las cosas cambiarán pronto ante la fuerza de los hechos, algunos demasiado fuertes para olvidarlos. Alicia, Cuqui y yo os deseamos a los dos unas fiestas animosas, realmente alegres y esperanzadas en compañía de vuestros familiares y amigos. Piensa que, pese a todos los pesares, estás haciendo tu obra y te estás haciendo a ti mismo como artista, como escritor y en general como hombre, mientras un vacío moral y una sensación de fracaso reinan por doquier. Las cartas que nos llegan de Francia, de Inglaterra, de España y de otros puntos no dejan de convencernos de cuan afortunados hemos sido cuantos presenciamos la hecatombe pasada (y presente) desde el lado de acá. Nosotros mismos aquí, donde nada fundamental nos falta, sentimos nuestras nostalgias. Hoy mismo Alicia, (que está aquí a mi lado mientras escribo, estudiando sus cosas) me decía cuanto echa de menos esos contados amigos de Buenos Aires donde uno se explayaba a sus anchas, dejando volar corazón y cabeza atolondradamente sin temor de ser incomprendido simplemente porque un mundo común nos ligaba y unas esperanzas comunes nos sostenían. Aquí no se encuentra esta comprensión sencillamente porque nuestro mundo es un enigma para todos. Aun con el mejor deseo de entender, no pueden por carecer de ese terrible Himalaya de gozos, sobresaltos, dudas, ansias, sueños, fatigas, fracasos... Creo que Alicia comprende esto todavía mejor que yo por más generosa, más idealista, más sensible al contorno moral y con un instinto mucho más sagaz para valorar las gentes. Hay personas que se sostienen en gran medida, en medida preponderante con la cabeza, y creo que yo pertenezco a esta clase; hay otras, por el contrario, que se sostienen en la vida por cables afectivos, por el corazón. Y a este grupo pertenece Alicia, perteneces tú, Luis, y muchas otras personas entre nuestros conocidos. Para estas personas, Estados Unidos es un riesgo, hay que reconocerlo. Y si también lo es Buenos Aires o España, siempre hay una fuerte representación del mismo polo. Una de aquellas reuniones un tanto improvisadas en mi casa o en la tuya en que estábamos mano a mano unas cuatro o cinco personas durante cinco o seis horas es algo que no olvidaremos nunca, y menos Alicia, pese a todos los Clubs, donde por otra parte, la quieren y admiran y hasta envidian, y con mucha razón. ¿Comprendéis lo que son para nosotros vuestras cartas y lo que sería con mayor razón el teneros aquí?
Bueno: ¿Hablaste con Ayala? Perdóname que insista; ya te dije que estoy en una situación violenta con esta profesora, pues tuve la mala ocurrencia de aconsejarle que escribiese el artículo. Creo que Paco lo comprenderá bien, si tiene, como no dudo, instinto de escritoras nóveles. No tengo nada que reprocharle, pues es un amigo a quien estimo como sabes. Pero quisiera verme libre del asunto de una vez.
Dime las señas de Melella, que las perdí o cambió de casa. Le escribí una carta creo que a French, y no creo que la haya recibido. No te olvides llevado de tu entusiasmo por mis dotes de escritor. ¿Llegan libros de Galicia? ¿Hay por ahí la Gramática de Saco y Arce? ¿Y el Valladares? ¿Qué hace el Centro Gallego? ¿Y Castelao? ¿Y Prada y demás amigos? ¿Y Mariano Gómez? ¿Y Cuadrado? Dile que espero su libro. ¿Cómo va Nova? Dile a Perrota que aquí gustaron mucho Mar Dulce, la Cantata, y otros libros impresos por ellos. Ahora estoy exponiendo, en complicidad con la Bibliotecaria, varios libros ilustrados sobre la naturaleza. A continuación, haré una exposición de tus libros si me dejan como espero la vitrina. Habrá que ocultar ciertos desnudos por tratarse de una [manuscrito na marxe esquerda:] ciudad y hasta de un país no muy fogueado en estas cosas. Muchos abrazos, Luis y Maruja, de los tres y nuestros cariñosos saludos para vuestros padres.

Otero

[Manuscrito na marxe esquerda da primeira folla por Alicia:] Ardemos en curiosidad por saber cuando os vais, a que parte de Francia, que planes tenéis, cuando venís a vernos... no nos contáis las cosas a la mitad. Felices Pascuas a todos de

Alicia

1949-02-08
Carta de Otero Espasandín a Seoane. 1949
Waynesburg
Transcrición

Transcripción da epistola Carta de Otero Espasandín a Seoane. 1949 en 08/02/1949


[Manuscrito:] Febrero 8, 1949
Waynesburg, Pa.

Querido Luis:

Tu carta tan esperada no me ha causado sorpresa, pues su desacostumbrada tardanza fue para mí indicio de que lo dicho en la anterior iba adelante; lo que sí me sorprendió fue lo de Dieste, pues aunque admitía la posibilidad de que se fuese, no pude sospechar lo fulminante de la solución. Sin temor de envenenarme, sospecho que me cabe gran parte en el honor y la responsabilidad, si hay lugar a ella, de haber desbaratado el grupo con mi ejemplo primero y con mis cartas después. Debo reiterar, sin embargo, que nunca me he propuesto otra cosa que ser sincero y dar expresión más o menos apasionada a mis sentimientos. Yo me alegro infinito de vuestra salida a la aventura; os esperan grandes emociones, el redescubrimiento del mundo con sus espacios, sus misterios, sus dramas, sus luces y sus noches. Yo hubiera sido feliz si os pudiera haber traído conmigo; mi impotencia, nuestra impotencia, mejor dicho, pues Alicia siente lo que yo en este caso, ha mermado mi felicidad aquí; y aunque con forzada lentitud, no he dejado de hacer indagaciones. Hoy mismo recibí carta de Barbudo desde Washington en la que me expresa su pesimismo sobre vuestra venida, entre otras razones porque la Argentina es para el común de las gentes de aquí algo entre lo posible y lo imposible, entre la realidad y el sueño. También recibí hace días carta de Souto, a quien pedí consejo sobre tu caso, y espero en estos días su contestación a la segunda carta. Como él estuvo aquí y piensa volver y talvez pronto, le hice varias sugerencias y preguntas. La dificultad es que, con carácter permanente, sólo se puede puede entrar como profesor, y aun así, se necesita haber estado enseñando los dos años inmediatamente precedentes. Como pintor acaso sea posible venir también, pero se necesita la mediación de gentes muy especiales; esta es la razón de mi segunda carta a Souto, quien sólo conoce ilustraciones tuyas y que le parecen tan buenas que, una vez aquí, podrías defenderte con ellas. Aparte de mis gestiones, creo que debes escribirles; de seguro le das una gran alegría. Sus señas son: Paseo de la Reforma, 219. México D. F. México. Aunque tú vayas, no está demás atar cabos, sobre todo en momentos como los presentes. Barbudo está disfrutando una beca de la Gugenheim para hacer un estudio de las ideas religiosas de Unamuno. Parece encantado de la vida, pues tiene un buen sueldo aun sin saber hablar inglés. Se queja de faltas de noticias de Nova y de Varela.
Volviendo a lo vuestro tras este rodeo, no de propio descargo, sino para desahogar la pena que me causa ver que no tomáis el rumbo de Nueva York, creo justificada, muy justificada, vuestra decisión. Y ni que decir tiene cuánta suerte os deseamos todos. Europa es muy varia, hay mil sitios donde luchar y vivir; aun reconociendo que París puede ser el ideal para un pintor, no creo que debáis cegaros con él, y cortaros otras posibilidades. Talvez en el campo –ese maravilloso campo francés– podáis trabajar con más desahogo económico y hasta con más comodidades. Con exhibir en París de vez en cuando puede ser suficiente; el mismo Picasso vive ahora fuera. Tu idea de exponer en Londres me parece muy buena; en París puedes procurarte miles de señas e informes sobre galerías, etc. No olvides que hay ciudades muy importantes en Inglaterra además de Londres: Manchester, Birmingham, Edimburgh, etc. Creo que si puedes entrar en Inglaterra, te espera un gran porvenir, pues tus cosas, en especial las menores, te abrirán muchas puertas con los editores. Tendrás también una riqueza asombrosa de tipos ciudadanos y campesinos que estudiar. Es muy conveniente que lleves contigo una colección o varias de los libros; les pondrán los dientes largos a los editores londinenses. Sacrifica otras cosas si es necesario.
Siento mucho estar con los bolsillos vacíos, como Maruja os habrá dicho, como consecuencia de trabajar uno solo y del tratamiento de Alicia; si no os hubiera enviado unos dólares con una satisfacción inmensa. Como acaso sepáis, estamos todavía endeudados y la familia de España se encuentra en la miseria prácticamente. Pero aun así, si en algún caso nos es posible hacer algo, no lo pensaremos un instante. Te aconsejo que dejes todo en orden: nacionalidad, trámites oficiales, etc. No se sabe lo que puede sobrevenir de un momento a otro; es posible y deseable que nada grave pase, que las nubes que hoy cierran el horizonte pasen sin dejar rastro. Pero la prudencia no está reñida con la audacia ni con el heroísmo; te hablo como hablaría a un hermano, sin pusilanimidad, pero un tanto escarmentado. Por aquí hay cientos de españoles con nacionalidad norteamericana que no tienen porque avergonzarse de haberla adoptado, sino que se consideran afortunados por ello; Dieste encuentra ahora unas facilidades como uruguayo muy valiosas; tú harás muy bien si utilizas cuanto te sea de provecho tu nacionalidad argentina. Procura dejar bien tus cosas con el Centro Gallego también; bien que mal ha sido una ayuda y en la revista has hecho cosas que no se pudieran haber hecho de otra manera. Sin renunciar a nada esencial, sin hacer nada que nos abochorne, hay muchas posibilidades que no hay que desperdiciar; y esto es válido no sólo ahí, sino más aún en Europa. Sé firme, pero no te dejes dominar por fanatismos estériles, sobre todo ahora que hay mucha gente dispuesta a sacar partido de ellos mientras les conviene y a saltárselos a la torera cuando conviene.
Espero que no me olvidéis; que me sintáis tan cerca como yo os sentí y siento a todos vosotros. Cada día estoy más convencido de que lo que vale en la vida es lo que comparte, lo que nos liga a nuestros amigos, a nuestros familiares, a lo que a veces pudiera parecer intrascendente. Por eso considero la pérdida de una amistad como lo más grave que puede ocurrirme. Tú tienes amplio campo por delante; tienes juventud, tienes genio o, si quieres, madera de artista de alta calidad; tienes dotes de trabajador; tienes salud; entusiasmos y muchas cosas más. Yo te deseo la suerte, ese algo del que nadie puede estar seguro y tan necesario como lo demás. Creo que debes tratar de sacar partido siempre de tu optimismo y desterrar para siempre, filosóficamente, el desaliento y el malhumor. Si inspiras optimismo al borde mismo del abismo, no caerás en él; si por el contrario, te obstinas en sentirte perdido en una balsa de aceite, te ahogarás. Busca la alegría recóndita en los demás y esta alegría te reconfortará a ti.
Bueno, perdóname estas tonterías, pero no las olvides, aunque solo sea por la intención que las inspira. En cuanto a tu pintura, simplifica, simplifica, aligera, depura, pule, sé paciente, cauto, frío; piensa que el arte es el genio de domar el genio; la fuerza de someter la fuerza hasta el punto de que la fuerza, sin dejar de existir, no se advierta si no a la larga. Una sonrisa puede tener más fuerza que un torso de coloso. Afortunadamente, estás de vuelta de estas cosas, y Francia es el país de la fuerza sometida a razón. Cada día veo más claro que una mantilla de Goya, o un abanico, son más explosivos a la larga que sus toros o sus caballos os sus demonios. Nuestro paisaje gallego puede decirte muchas cosas a tu manera, como se las ha dicho a Colmeiro y hasta a Souto. En Francia vas a encontrar un paisaje muy parecido. Ojo a él, y lo mismo al mar, a ese mar que te va a salir al paso muy pronto como un milagro. ¡Lástima que no vayas en un barco de carga! Para estudiar es ideal. Otro consejo: ¡Oculta tus entusiasmos a quien no puede entenderlos o, peor aún, entenderlos mal!
Creo que debo acabar esta interminable carta, aunque tengo la sensación de no haberte dicho nada que valga la pena. ¡Tanto hay que se nos escapa sin saber cómo de entre las manos! Sobre todo cuando uno siente la necesidad de revelarse en toda su plenitud, sin reserva alguna. Te imagino frente a las costas de nuestra España, aunque no será tan nuestra como lo ha sido, como cuando estaba limpia o más limpia de curas, de beatas, de filibusteros, de adulones... Esos miserables ni aprenden ni olvidan, pero siempre se las arreglan para vivir al amparo de situaciones de excepción.
Me imagino que estarás negro de trabajo, pero quisiera que no olvidaras mandarnos aquella conferencia de Alicia y los números de la Revista en que aparecieron cosas mías. Cualquier amigo del Centro puede hacerlo por ti si se lo encargas bien. Mientras que seguías allí, no nos urgía mucho recuperar estas cosas, pero ahora prácticamente Buenos Aires se queda vacío para nosotros, pues si bien tenemos aún amigos ahí –y no quiero mermar su categoría– no te puedes fiar de ellos para cosas de éstas. ¿Si ves al profesor Vera, quieres darle mis señas y decirle que Trincado acaba de llegar a Nueva York, supongo que huyendo de la quema venezolana? Me lo ha dicho Barbudo. Dile que le agradecería el envío de los libros publicados por él en Buenos Aires –Nova y Losada–, pues aunque tengo la idea de haberlos traído, no sé que ha sido de ellos, y aquí hay algunos matemáticos que han demostrado curiosidad por ellos y quién sabe si algún día pueden ser traducidos. Y tú no dejes de escribir aunque sólo sean tarjetas desde los puertos de toque. Nosotros procuraremos hacer lo mismo tan pronto como tengamos vuestras señas.
De Ayala no tuve carta; pero no te preocupes. Si no escribe él, le escribiré yo.
Muchos saludos a los amigos del grupo: Farias, Varela, Cuadrado, Torrallardona, Mallea, Sirio, Merli, los de López, Romero, Castañino, Alonso, Anthonisen... y así hasta el infinito. Para vosotros dos un gran ¡Hurrah!... y mucha suerte y un abrazo de vuestor

Espasandín

[Manuscrito na marxe esquerda da primeira folla:] Mucha suerte y prosperidad os desean

Alicia y Cuqui

[Manuscrito na marxe esquerda da última folla:] Mandad las señas cuando las tengáis.

1949-07-04
Carta de Otero Espasandín a Seoane. 1949
Waynesburg
Transcrición

Transcripción da epistola Carta de Otero Espasandín a Seoane. 1949 en 04/07/1949


Waynesburg, Pa. USA
4 de julio de 1949

Amigos Seoanes:

Hemos recibido vuestra carta de 31 de mayo con la alegría que podéis suponer; temíamos haber cometido alguna indiscreción en nuestras cartas anteriores para explicarnos vuestro silencio, y este temor quedó disipado con la llegada de dicha carta.
No nos es nada difícil comprender vuestra alegría al dejar atrás el Río de la Plata y entrar de nuevo en contacto con un mundo más vasto y más a tono con nuestras tradiciones culturales y personales. Después, ese París, por el que yo pasé sólo una vez como un relámpago con la impresión de perseguido por los gendarmes, debe ser algo fantástico a fuerza de representativo del genio e idiosincrasia del occidente de Europa. Os imagino paseando maravillados de calle en calle, de iglesia en iglesia, de museo en museo, de parque en parque con esos ojos maravillados de quien descubre fuera de sí el mundo interior, los últimos rincones de ese orbe que nos acompaña y que sin embargo ignoramos y necesita ser reiterado a cada paso para que la vida tenga sentido. ¡Cuánto nos alegramos de saberos ahí contentos y maravillados a ratos, después de tantos años de soñar con la salida al mundo que realmente se ama y se anhela profundizar! También yo anhelo ese mundo de aquí, a pesar de encontrarme bien, mejor que nunca, quizá. Con frecuencia, tratamos de descubrir el mundo de allá. Hace una semana nos fuimos los tres por una carretera apartada que corre al pie de un regatillo análogo a los de Galicia, de Asturias, Santander, Vascongadas... Después de un día calurosísimo había refrescado y daba gusto apretar el paso. Los perros de los granjeros salían a darnos el agasajo, un pájaro muy divertido nos dio una especie de serenata a dos metros de nosotros, pero una serenata llena de sorpresas entre irónicas, simplemente cómicas, graves y hasta de una sencilla humildad.
Si –nos decíamos–, esto recuerda lo nuestro, es igualmente maravilloso, más fogoso, más rico... Pero le falta algo, acaso lo humano, el canto de una campesina, el toque de una campana, el humo de unas chimeneas, el canto de un carro, una frase amistosa bien modulada y acordada con el eco devuelto por un cerro o una cañada. Este algo no puede encontrarse en todo este continente, estoy convencido. En cuanto te salta a los ojos una ciudad europea cualquiera, lo comprendes. Pero si bien se piensa, no es de extrañar. Las cosas del espíritu cuajan lentamente, necesitan siglos de siglos para tomar cuerpo, para cristalizar, y aquí puede decirse que, para el caso ayer, vagaban los indios de un lado para otro persiguiendo el búfalo y el pavo silvestre. Cuando en Galicia descubrías una mámoa o un grupo de ellas, te sentías proyectado hacia un pasado tuyo, hacia tu propia cuna, hacia la raíz de tu estirpe. Habían venido e ido tribus, habían nacido y muerto afanes, habían tomado cuerpo mitos y creencias bajo tus propios pies, y con todo aquello te sentías solidarizado. Por el contrario, aquí barrieron todo lo que había, que no era mucho, hace unos siglos, y encima se establecieron unos europeos sin una muy clara noción quizá de lo que dejaban en pos; y sin esa virtud de la vieja pipa que crea el vino auténtico, sin ese poso del tiempo milenario, cuajado en piedras, en labores, en ruinas, librotes, dibujos, cuentos y otras cosas, se dejaron engañar por la riqueza, por una noción somera de progreso, por una libertad no muy necesaria aquí, porque el coeficiente de inquietud es pobre relativamente aún. Cuando los reveses vengan, cuando el dolor haya dado sus frutos, cuando la soberbia sea abatida, que lo será tarde o temprano, no sé si para bien o para mal, América del Norte empezará a ser otra cosa más cercana a Europa, empezará a ahondar en su propio espíritu en busca de lo que esta civilización no tiene ni puede tener. El paisaje se humanizará, será percibido, cantado, pintado, mezclado con los huesos, las cenizas, las ruinas... y el nuevo licor del alma humana empezará a gotear en la roca verdinosa del tiempo, del tiempo histórico, humano, vivo, que ahora Alicia y yo echamos de menos cuando nos lanzamos por estos caminos sin coches de negocios.
Dile a Colmeiro que he recibido su carta, pero que no me es posible darle de momento los informes que me pide. Saint-Guadens, el director de Bellas Artes del Carnegie Institute está casi siempre fuera y sólo por casualidad se le pesca en Pittsburg. De todos modos, si puedo averiguar algo provechoso para vosotros, os lo comentaré en el acto. Por vuestra parte, no tardéis en escribir contando cosas, sean cuales sean. Aquí vuestras cartas son muy bien recibidas por los tres y leídas y releídas. Las cosas de afuera aquí apenas repercuten y si lo hacen cobran un tinte muy especial, pues se interpretan en función de los intereses y opiniones de Norteamérica. ¿Se publican libros por ahí? ¿Cómo se piensa en los círculos españoles? ¿Y en los artísticos? Contad, contad. ¿Qué es de Baltar? ¿Tenéis sus señas? No sabemos nada de Buenos Aires. Sólo Trellez me pone unas letras de vez en cuando. Creo que hay una depresión tremenda por allá, pero este fenómeno se va generalizando por todas partes, hasta por aquí, donde la situación económica del mundo se sigue con ansiedad.
Alicia y Cuqui están bien aunque, como yo, aplanadas con el calor. Estamos pasando una racha de altas temperaturas que hacen particularmente penosas las clases de verano y las labores de la huerta. Os estoy escribiendo en mi mechinal en shorts y zapatillas, las únicas prendas tolerables. Las dos os mandan muchos recuerdos y Cuqui se siente halagada por esa dedicatoria de las flores parisienses. Muchos abrazos a Colmeiro y demás amigos, justamente con los que os envía a vosotros.

Espasandín

[Manuscrito por Alicia:] Un abrazo a los dos. Escribid y contar cosas. Aquí estamos pasando ahora un calor digno de Buenos Aires que nos tiene agotados; aquí todo es por lo grande, cuando hace frío es espantoso y cuando hace calor, te asas.

Alicia

1949-09-23
Carta de Otero Espasandín a Luís e Maruxa Seoane. 1949
Waynesburg
Transcrición

Transcripción da epistola Carta de Otero Espasandín a Luís e Maruxa Seoane. 1949 en 23/09/1949


Waynesburg, 23 de septiembre 1949

Queridos Luis y Maruja:

Casi una a continuación de la otra, recibimos vuestras cartas. Sabíamos por unas líneas de Elena que os encontrabais en Inglaterra con los Dieste y Anthonisen, pero todo parecía muy vago. Por otra parte, tuvimos una carta de Colmeiro desde Vigo; esta carta también nos dejó patitiesos, y una vez que reaccionamos, nos produjo gran alegría saberle otra vez en directo contacto con aquella vida, con aquella luz, con aquel paisaje cuyo secreto conoce como pocos. Todo un mundo de recuerdos se me echó encima y a Alicia le pasó otro tanto, así que por más de una semana anduvimos amorriñados pensando en Galicia, la misma de Colmeiro, la de todos los amigos más íntimos. También vuestras noticias fueron para nosotros un revulsivo sentimental. Alicia conoce bien Richmond y paseó varias veces por ese parque; allí embarcamos en distintas ocasiones para ir a visitar Hampton Court. También dimos vueltas por el Támesis por distintos sitios, y este revulsivo nos trae muchas evocaciones, especialmente de cuando vivíamos en Reading con Garrán. Me habría gustado contestaros inmediatamente, pero estamos a comienzos de curso y estas cosas aquí son en extremo complicadas. Todo el profesorado se halla obligado a participar en mil ceremonias, unas de día, otras de noche, algunas cortas, otras larguísimas. Aún ahora estoy con los líos de horarios, programas, libros de texto, estudiantes que abandonan unas asignaturas para tomar otras, etc., etc.
Elena nos dice en una carta reciente que estuvo en tu exposición y allí os presentó el amigo Garrán. ¿Qué pasó? ¿Qué dice la crítica de tus cosas? Ardo en curiosidad por saberlo, pues aparte del gran mundo del arte que se encuentra en toda gran ciudad, el público medio es en Inglaterra bastante romo. Además los años de guerra debieron ser fatales para la educación del gusto artístico. Nos alegramos de que os guste Inglaterra. Para trabajar es un sitio excelente, porque entre otras muchas cosas muy agradables nadie tiene interés en amargarte la vida con pequeñas jactancias, intolerancias, pedanterías... Todo esto, aunque debe existir en lo profundo en alguna medida, está controlado y su manifestación es siempre un asunto de mal gusto. Otra ventaja es que todo el mundo trabaja y en firme, y aunque a veces se eche de menos alguna de aquellas reuniones de España y la Argentina, siempre hay otros modos de compensarlo con una visita a un museo, con un paseo por un parque, con la compra de un libro... Pero todo esto que te digo es ocioso ahora, que estáis ahí y podéis comparar esa vida con muchas otras. Sólo os diremos que nosotros en este que se llama el Paraíso, y que en muchas cosas lo es, añoramos Inglaterra, sobre todo Alicia que tanto ha sufrido aquella desfachatez envidiosa, aquellas jactancias de esposas de prohombres bonaerenses. ¿Por qué no tientas alguna editorial ahí, mostrando tus colecciones, no las más avanzadas como Botella al mar, sino las de EMECÉ y Nova? El libro ha sido siempre ahí objeto de una atención singular y los editores e impresores han dado bastantes facilidades a personas de iniciativa.
De Dieste tengo promesa de una carta de contestación a otra mía; veremos cuando cuaja. Anteayer tuve carta de Souto. Se le casó la hija y el hombre está aplanado. Me habla de problemas de adaptación, de sus anhelos de volver a Galicia, de una exposición que tiene solicitada de Cuba, de la posibilidad de venir a Estados Unidos, etc. y me ruega que le escriba y que con “mi equilibrio y serenidad” le dé ánimos en esta hora crítica. Claro está que le voy a escribir, aunque el sólo escribe cuando tiene nostalgias. Me pregunta por vosotros. Una de las buenas cosas de nuestro grupo céltico es sin duda esta cohesión espiritual, por encima de esos politiqueos y doctrinalismos que tanto han quebrantado a otros grupos. Yo creo humildemente que no debemos perder este sentido de la estima y de la cordialidad personal, sino que es necesario robustecerlo y generalizarlo tanto como sea posible. Claro que no siempre está uno de humor para escribir, pero es un sacrificio que vale la pena de ser aceptado.
Dile a Garrán, si le ves, que le recordamos a él, a la señora y a Mañí y que les deseamos a todos mucha suerte. No sé si alguna vez en Buenos Aires te he dicho cuando me dolía no estar en condiciones de hacer algo a su favor, pues bien sabía por que condiciones estaba pasando. Hablé, entre otros, a Cimorra y a Roberto, pero como yo, se mostraron impotentes.
Bueno, amigos, que tengáis la suerte que merecéis. Aquí muy ocupados todos, cada uno a su manera. Alicia dio ayer una conferencia en Washington, Pa. en un club universitario muy numeroso y parece que tuvo mucho éxito. Cuqui está en cama con anginas y yo tengo la cabeza hinchada de nombres de alumnos nuevos; hay tal entusiasmo por aprender español que no nos damos a basto.
Saludad a todos los amigos comunes de nuestra parte y hasta la vuestra, y que sea larga, que llegue pronto y que traiga muchos éxitos.

Abrazos de

J. Otero

[Manuscrito por Alicia:] Queridos amigos:

Nos alegramos de que estéis ahí y os guste como a nosotros, pero sentimos el reúma de Luis. Talvez no le convenga vivir en Richmond. ¿Qué tal la exposición? ¿Mucho éxito? Daros un paseo por Regent´s Park de nuestra parte y otro por New Gardens.
Otro día escribiré más, ahora andamos locos de compromisos ineludibles (porque si no los eludiríamos de buena gana).

Un abrazo de Cuqui y otro mío.

Alicia