PROXECTO EPÍSTOLAS

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3 MENCIóNS A Alfonso Paso (1926-1978)

Dramaturgo autor de sainetes dramáticos, comedias, traxedias e obras de denuncia social. Os seus libretos destacaron polo humor reflectido nos diálogos e a orixinalidade das situacións e personaxes.
Epístolas
Mencionado/a [3]
Data Relación Remitente - Destinatario Orixe Destino [ O. ] [ T. ]
Data Relación Remitente - Destinatario Orixe Destino [ O. ] [ T. ]
1964-01-07 Mencionado/a
Carta de Seoane a Varela. 1964
Transcrición

Transcripción da epistola Carta de Seoane a Varela. 1964 en 07/01/1964



7-1-64

Al finalizar el año 1963, queremos recoger, en un resumen, lo más señalado de la temporada teatral en Madrid. Aunque esta temporada 1963-64 se encuentra todavía en su primer período, son ya numerosos los títulos estrenados.
El Teatro Infanta Isabel empezó con una comedia de Alfonso Paso, Las señoras los prefieren pachuchos, que tuvo una crítica adversa y duró poco en cartel. Para sustituirla, se estrenó otra comedia de Paso, Sí quiero, que tuvo mejor crítica, aunque resulte bastante difícil explicar por qué. Este autor, tremendamente prolífico, ha conseguido que sus piezas se parezcan tanto las unas a las otras, que el simple hecho de que los críticos manifiesten juicios distintos acerca de ellas no deja de ser una prueba de sutileza verdaderamente prodigiosa.
El Teatro Club ha realizado una operación análoga: después del estreno de Las separadas, de Alfonso Paso, que obtuvo mala crítica y poco éxito de público, ha estrenado otra comedia del mismo autor, titulada Gorrión, también mal acogida por la crítica, sin que podamos juzgar de su éxito de taquilla, pues aunque se mantiene en cartel, hace muy poco tiempo que fue estrenada.
El Teatro Marquina abrió la temporada con El pensamiento, adaptación de un cuento de Leónidas Andreiev –El médico loco–. Se trata de una pieza que, a pesar de las excelentes calidades literarias de Andreiev, tiene un cierto olor de vejez, más que de antigüedad. El estudio de los caracteres o, mejor dicho, del carácter del protagonista, el doctor Kergentsef, se basa en un psicologismo que, a estas alturas, bien puede ser calificado de intranscendente. Este estreno era esperado con verdadero interés, debido a que su intérprete era Fernando Fernán Gómez, actor nacido en Buenos Aires, pero cuya vida ha transcurrido enteramente en España. Después de sus interpretaciones en Mi querido embustero (temporada 1961-62) y Sonata a Kreutzer (1962-63), Fernando Fernán Gómez está considerado, con entera justicia, como un actor verdaderamente excepcional. En El pensamiento, su interpretación fue también digna de los mayores elogios, aunque es preciso añadir que el papel se presta a unos efectismos ciertamente inferiores a la calidad del intérprete. Lo mismo puede decirse –aunque, desgraciadamente, acentuando las tintas– de la obra que Fernán Gómez estrenó, en el mismo teatro, a continuación de El pensamiento. Se trata de El capitán veneno, de Alarcón, interpretada para el cine por el mismo actor, hace años. La versión teatral es de Víctor Ruiz Iriarte, autor de éxito en Madrid, hace algún tiempo, y que actualmente lleva algunas temporadas sin estrenar nada original. Fernando Fernán Gómez ha producido cierta decepción en el público aficionado al buen teatro, pues tiene suficientemente demostradas sus enormes posibilidades de actor, y se le exige que apunte a dianas más altas.
El Teatro Lara comenzó su temporada con Aprobado en inocencia, la obra de Luis Peñafiel –seudónimo de Narciso Ibáñez Serrador–, bien conocida en Buenos Aires por su título primero: “Aprobado en castidad”. Éste es también el título con que había sido anunciada en Madrid, aunque a última hora la censura obligó a cambiar la castidad por la inocencia. El éxito obtenido por esta pieza en Madrid es análogo al contenido en Buenos Aires, y actualmente ha sobrepasado ya las doscientas representaciones.
El Teatro Bellas Artes inició la temporada con Calígula, de Albert Camus. Es la primera pieza de Camus cuyo estreno se permite en España, en teatro abierto al público. Ha tenido un gran éxito, permaneciendo unos tres meses en cartel, con una interpretación extraordinaria de José María Rodero, el actor que con Fernando Fernán Gomez comparte hoy el mando interpretativo en España. Un papel tan complejo como el de Calígula ha encontrado en José María Rodero al actor capaz de revelar todas sus facetas, con una evidencia alucinante. Bien puede calificarse de inolvidable el trabajo de Rodero en esta pieza de Camus.
En el mismo Teatro Bellas Artes, a continuación del Calígula, se ha estrenado en Madrid Los árboles mueren de pie, de Alejandro Casona. Esta pieza, dada a conocer en Buenos Aires en 1949, llega a España con un retraso notable. El público la ha acogido muy bien, y la crítica la ha elogiado unánimemente, repitiéndome ahora el fenómeno que ya se produjo en las dos temporadas anteriores con La dama del alba y La barca sin pescador. Como no es nuestro propósito del de ejercer una crítica, sino el de dar unas noticias teatrales, nos abstendremos de enjuiciar las causas –de telones adentro o de telones afuera– que dan origen a este éxito del teatro de Casona en la España actual.
En el Teatro Español, dedicado a los clásicos, la temporada se abrió con No hay burlas con el amor, de Calderón, siguió con Don Juan Tenorio, de Zorrilla, y actualmente se representa La prudencia en la mujer, de Tirso de Molina. Para dentro de unos días, se anuncia la reposición de El sueño de una noche de verano, de Shakespeare.
En el Teatro María Guerrero –igual que el Español, dependiente, de un modo directo, del Ministerio de Información y Turismo, o de su Dirección General de Cinematografía y Teatro–, la temporada se ha abierto, hace unos días, con Los verdes campos del Edén, original de Antonio Gala, que obtuvo el Premio Nacional Calderón de la Barca, 1963, para autores noveles. La crítica la ha recibido con un júbilo que parece un tanto excesivo. En los círculos teatrales madrileños se cree saber que el estreno de esta pieza estaba previsto para fechas posteriores, pero medidas ministeriales han dado origen a su estreno en estas fechas, pues la obra que debía inaugurar la temporada era El matrimonio del señor Missisipi, de Durrenmatt, en adaptación de Carlos Muñiz. El hecho de que el adaptador fuese uno de los firmantes de la famosa carta de los intelectuales, ha provocado esta medida gubernativa, que –de momento, al menos–, cierra las puertas de un teatro nacional a un intelectual discrepante.

Querido Varela:

Te envío el resumen de la temporada 1963 de teatro por Marcial Suárez, novelista y autor dramático, es uno de los más inquietos escritores de esta hora española. Como autor de piezas teatrales consiguió por tres veces, y naturalmente con tres obras distintas, el premio Calderón de la Barca, el más alto del teatro español, sin que ninguna de sus obras fuese representada por razones políticas y sin que, de momento, tenga posibilidad de que se le represente. Trabaja como redactor de Radio Madrid, y continúa incansable elaborando un teatro de carácter realista donde tienen cabida a los problemas más vivos de España que le toca vivir. Para Hora once hizo este comentario exclusivo sobre la temporada española 1963.
En Madrid, y en la Sala Goya del Círculo de Bellas Artes, está realizando una exposición de grabados en madera el artista argentino Albino Fernández. El prólogo del catálogo de la muestra lo firma el historiador y crítico de arte Moreno Galván. Se destacan entre los cincuenta y cinco grabados presentados los que reúne con el título de Canto a la libertad y los seis de La balada del hombre.

[Seoane]

1965-03-26 Mencionado/a
Carta de Lois Tobío Fernández a Virgilio Garrido, 1965.
Madrid
Montevideo
Orixinal Transcrición

Transcripción da epistola Carta de Lois Tobío Fernández a Virgilio Garrido, 1965. en 26/03/1965

Madrid, 26 de marzo de 1965

Querido Garrido: Hace mucho tiempo que debía haberle escrito pero en el Madrid actual cada vez se dispone de menos tiempo y en ello se va pareciendo a las grandes capitales. En eso y en poco más; pues en otras cosas sigue siendo el poblachón manchego de antaño y aún peor. Pues en punto a suciedad y descuido pocas ciudades hay que se le comparen. El llenar de basura las calles es cosa corriente y que asombra en un régimen autoritario. Pero yo creo que esto responde a una política, aparte de la afición que siempre tuvieron a la mugre los dos sectores que hoy dominan el mundo político español: sacristías y cuarteles. Esa política es la de dejar que la gente haga lo que le dé la gana mientras ello no suponga la más mínima amenaza para su poderío. Por otra parte, existe el evidente propósito de mantener a las masas proletarias en el más bajo nivel de educación y cultura, para que su diferencia con los sectores dirigentes sea bien marcada. La estructura sociológica que a la sociedad española se ha propuesto dar el régimen es el de una masa popular mantenida al nivel mínimo en lo económico, cultural y educacional y una burguesía media o alta de vida económicamente acomodada u opulenta y bien preparada en lo cultural y profesional aunque, naturalmente, a la manera y según los estilos clericales. Como se ve, un Estado clasista y con tendencia a acentuar la diferencia entre las clases. Los dos sectores dirigentes tienden a perpetuar su predominio y el de la burguesía media y alta haciendo que la masa proletaria, por su precaria situación económica y su analfabetismo o semi-analfabetismo, acompañada de una intensa labor de catequización religiosa, permanezca sumisa y dispuesta a aceptar todo, ya no sólo por el temor y el palo sino desde dentro, estupidizando.
El plan es claro para cualquier observador atento y hay que decir que ha producido desgraciadamente ciertos resultados. A ello ha contribuido también el aflujo de elementos rurales a las capitales, atraídos por la industria y huyendo del campo miserable y abandonado. Estos elementos rurales, sobre los que el cura y la guardia civil pudieron actuar con todo el peso en los últimos 25 años no tienen arrestos ni conceptos que les permita formar un proletariado consciente. Y así se ve que, en su inmensa mayoría, se resignan borreguilmente a todo y no hay en ellos el menor indicio ni posibilidad de rebeldía. Los sindicatos verticales, que como sindicatos son una pura ficción, cumplen, sin embargo, el papel de fingir una defensa de los intereses de los trabajadores aunque todo el mundo sabe que no tienen más finalidad que mantenerlos sometidos al régimen. Ha habido algunos conatos de protesta, reclamando sindicatos auténticos, obreros, sobre todo en Asturias. Pero esas protestas pronto se ahogan y el gobierno, con sus medios represivos, amenazas, sanciones y expulsiones queda a la postre dueño de la situación. Cualquier organización clandestina obrera que intente formarse es inmediatamente descubierta y desarticulada gracias al excelente aparato policiaco que ha creado el gobierno, quizá el único mecanismo administrativo que funciona bien, estupendamente bien, en este extraño país.
Ultimamente ha habido agitación estudiantil, como Vd. sabrá por la prensa. Miguel, que cursa 1º de Ciencias Económicas, participó también en los jaleos, como todos. La cosa fue bastante seria. Los estudiantes reclaman el derecho a formar asociaciones libres y que desaparezca el SEU, sindicato falangista creado desde arriba y cuyos dirigentes y aprovechadores son también nombrados por los que mandan. Hubo tumultos, asambleas, protestas. Algunos profesores se solidarizaron con los alumnos. Se incoaron varios expedientes y algunas autoridades decidieron recibir a una comisión de estudiantes para que les expusiera sus reclamaciones. En términos vagos, las autoridades declararon estar dispuestas a aceptarlas en principio. Los estudiantes se calmaron ante las promesas. Pero pasan los días y todo queda en promesas. Se ve que no están dispuestos los que mandan a acceder a lo que los estudiantes piden. Y éstos vuelven a agitarse. Lo malo es que se acercan las fechas de los exámenes, mala época para agitaciones estudiantiles.
Una de las características de este régimen es el inmobilismo. Se resiste a introducir la menor modificación en las estructuras políticas, anacrónicas, mamarrachescas que han creado. Presienten, sin duda, que cualquier innovación podría ser la grieta por donde penetrase a presión el impulso que diera con todo al traste. Los más vivos entre los que mandan se dan cuenta de que el aparato político creado no tiene viabilidad y quisieran perfeccionarlo. Pero los más obtusos se obstinan en mantener rígidas las estructuras ante el temor de que se desmorone. De todos modos, están en un callejón sin salida y en el caso español actual se confirma otra vez plenamente el viejo pensamiento de Solon, hace 2500 años, de que la dictadura personal es una finca muy hermosa pero sin salida. Porque la salida es siempre catastrófica. No hace muchos días el ministro de Marina, adlatere y hombre de confianza de Franco dijo en un discurso en Barcelona que los españoles debían tener confianza y no inquietarse, que Franco institucionalizaría el país en el momento oportuno. Quiere decirse que España, al cabo de un cuarto de siglo de este régimen, todavía no está "institucionalizada", que carece de instituciones, que vive en precario y provisionalmente, lo cual es, verdaderamente increíble y, además, peligroso. Uno se echa a pensar por qué razón Franco no se ha preocupado de dar una estructura política, con pretensiones de estable, al país. Puede haber razones psicológicas, pues todo dictador, desvanecido por el poder prolongado y omnímodo, llega a creerse eterno o poco menos y más cuando, como en el caso presente, se cree un agente directo de la Providencia. Muchos que han buscado y conseguido la dictadura personal son megalómanos o psicópatas de algún tipo; pero es seguro que aunque no lo sean mucho al principio terminan siéndolo porque el poder absoluto no sólo corrompe absolutamente sino que además trastorna absolutamente. En el caso presente puede haber las dos cosas o un comienzo larvado que luego se desarrolló. Por otra parte, hay el factor que pudiéramos llamar egoísta o cínico, el "après moi le déluge" de Luis XV. Lo que venga después le tiene sin cuidado y eso puede explicar esa demora en la "institucionalización" del país.
Hace algún tiempo corrió insistentemente la especie de que padecía de mal de Parkinson. Las informaciones parecían ser verosímiles y de buena tinta. Se dijo que, en un viaje secreto, un famoso cirujano suizo especializado lo había intervenido para aliviarle quirúrgicamente los síntomas. Hasta donde puede apreciarse –yo lo ví una vez en la calle y he observado sus fotografías en la prensa, hay ciertos síntomas sospechosos. Creí observar cierto envaramiento en su manera de caminar. En las fotos aparece siempre agarrándose las manos; la expresión del rostro parece ser cada vez más inexpresiva y como de máscara. Hubo desmentidos en la prensa pero ello, naturalmente, nada significa.
Si desaparece o se inutiliza nadie sabe quién recogerá su herencia y cómo. Dentro de los grupos que apoyan el régimen hay fuertes antagonismos. Ninguno de ellos, individuo ni colectividad, tiene gravitación preferente. La táctica de Franco ha sido siempre la de impedir que nadie destacara demasiado para que no le hiciera sombra. En la presidencia del gobierno puso a un general que cuenta con pocas simpatías en el ejército y que en ningún caso podría eclipsarle. Utilizó a la gente del Opus Dei, más competente que la de otros sectores para resolver ciertos problemas sobre todo económicos; pero ahora los del Opus Dei vuelven a estar en baja. El que más gallea a estas horas es mi paisano Fraga Iribarne que se hace el autobombo al frente del Ministerio de Información; pero carece de arraigo y prestigio fuera de un reducido núcleo falangista; y aunque adula al Ejército y a la Iglesia no tiene en éstos especiales simpatías. En realidad, se advierte falta de unidad en el gobierno debida, sin duda, a la declinación física progresiva de F. que, se dice, no interviene apenas ya en lo que no sea directivas de política internacional, dejándolo todo a los ministros que son otros tantos reyes de taifas, cada uno de los cuales tiene orientación política propia y a veces encontrada con la de otros colegas. Así se ve en el planeamiento y ejecución del Plan de Desarrollo, obra del Ministro de Comercio y que cuenta con la sorda y taimada resistencia y boicot del Ministro de Agricultura y otros. Es asombroso que ese Plan de Desarrollo, presentado como una empresa nacional de grandes perspectivas sea atacado violentamente en ciertos órganos falangistas que no ahorra dicterios contra su comisario supremo, el Sr. López Rodó. Uno tiene la impresión de desbarajuste político creciente, y del administrativo no hablemos porque jamás hubo en España tal desorganización, a pesar de que en eso nunca fuimos un modelo. Podría aplicarse aquí aquella frase de no sé quién a no sé qué régimen sudamericano de "una tiranía mitigada por el relajo". Los servicios administrativos y judiciales, la enseñanza, los servicios públicos, la policía urbana (en el sentido de la limpieza) no en el otro) funcionan de manera lamentable. En un país que por circunstancias especiales recibe sumas enormes por turismo que le permiten equilibrar su balanza de pago, en otro caso deficitaria, un elemento tan básico como las carreteras está bastante descuidado y lo que se va haciendo es insuficiente y a un ritmo lentísimo. Para visitar centros interesantes de turismo, y no por cierto remotos, como Siguënza, por ejemplo, las rutas son en una parte del recorrido al menos impracticables, fuera de las grandes vías troncales, en las que también hay sus más y sus menos, los caminos son, en general, malos, peores que, por ejemplo, en la época de Primo de Rivera, con aquel famoso circuito de firmes especiales que siguen formando la base en un 70 u 80% de la actual red vial turística española. Y mientras se han desatendido, y se siguen desatendiendo, o no atendiendo como es debido, las carreteras turísticas, se han gastado y se siguen gastando sumas ingentes en obras de tipo puramente suntuario o espectacular como el famoso Valle de los Caídos inmenso y megalomaníaco osario, remedo grotesco, disparatado, absurdo del Escorial. En los momentos en que el país estaba en una situación de vida más difícil, con muchas obras públicas destrozadas por la guerra, con una economía en ruinas, con la masa de la población viviendo precariamente, el régimen gastaba millones y esfuerzos increíbles en construir ese gigantesco espantajo del Valle de los Caídos. En esta etapa de la Historia española se han llevado al máximo disparate, el absurdo, la falta de sentido de la realidad, el derroche de esfuerzos sin propósito ni sentido que caracterizó desgraciadamente otras muchas etapas de la vida española, sacrificios inútiles, masoquistas, como si se experimentara un morboso placer en sacrificarse sin provecho para nada ni para nadie.
El panorama que hoy ofrece España, el que viene ofreciendo bajo este régimen, es lamentable. Creo, sin embargo, que por debajo de estas estructuras podridas que han llevado a extremos de absurdo los defectos y los errores de la Historia española, está fermentando un proceso, lento, callado que saldrá a flote alguna vez. La estructura económica evoluciona según sus leyes propias, al margen, y a veces en contra, de los propósitos del gobierno. En la Universidad, patrimonio casi exclusivo de los hijos de familias acomodadas, y en general, en todos los centros docentes de enseñanza superior donde se forman las minorías dirigentes de mañana, se advierte, a pesar de todos los esfuerzos de conformación espiritual de base clerical y clasista una polarización marcada: a un lado, el entregado por completo a la política y directivas clericales, espíritus imbuidos de una religión ritualista, formalista, sacritanesca e intolerante; y por otra, un grupo de jóvenes violentos, inconformistas, violentamente anticlericales, como contrapeso natural al extremismo ultramontano de la Iglesia española. Y aquí radica precisamente el peligro. La perpetuación de las dos España violentas, la dificultad de suavizar las oposiciones estableciendo un clima de tolerancia, respeto y libertad que deje existir y vivir a todas las corrientes políticas y de pensamiento. El abismo llama al abismo. Las derechas españolas han abusado de su triunfo, se han saciado y satisfecho su venganza hasta el fondo. Llevaron la intransigencia, la imposición clerical, la negación del respeto a la personalidad, al pensamiento hasta extremos que, creo, no se llegó ni en tiempos de Felipe II. Actualmente, las cosas se han ablandado mucho pero no porque hayan cambiado las directivas y orientaciones sino por relajamiento de los resortes represivos, por fatiga de los mecanismos de poder. Antes había que tener contento al cura, plegándose a todas sus exigencias pues de él dependía el que informara bien o mal sobre un ciudadano, y si no iba a misa o no cumplía con el precepto los informes eran malos. De esta manera, se ha extendido por el país una tremenda capa de hipocresía provocada por el temor y la necesidad de protegerse frente a los muchos peligros, amenazas, trampas y alcaldadas que amenazaban al ciudadano. Y esto ha impreso carácter y la gente, acostumbrada al disimulo, no se franquea, no se exterioriza, calla y mira con reserva a un lado y otro temiendo el palo. Ultimamente se ha estrenado en Madrid una comedia del conocido autor Alfonso Paso, titulada "Los Peces gordos". Literariamente y en cuanto a técnica teatral no vale gran cosa. Paso es un autor de éxito popular que escribe comedias reíderas como las que ponía Paquito Busto en Montevideo. Pero esta vez se ha mandado una comedia de crítica social en que pone cual no digan dueñas a los tipos que mangonean y dominan en la sociedad actual española. Descubre allí iniquidades, injusticias, canalladas e inmoralidades de los peces gordos de la situación. Verdadera radiografía de las capas altas de la actual sociedad española. Documento terrible, condenatorio, de esta sociedad corrompida. El público, que llena el teatro, aplaude, sin embargo, fríamente, desconfiadamente. Está acostumbrado a no expresar sus sentimientos de miedo que ello pueda costarle una sorpresa desagradable. Y aunque ahora este peligro es ya mínimo a diferencia de lo que sucedía años atrás, la gente se acostumbró al recelo y disimulo y sigue utilizando esa pantalla. Es difícil cambiar los hábitos de la gente y no sé si esta prolongada etapa de temor no habrá modificado la mentalidad y carácter, antes franco, abierto y casi brusco el español, por lo menos del castellano. Se nos ha dicho a los gallegos por los de otras tierras hispánicas ser desconfiados y recelosos, como Vd. sabe. Posiblemente esto, que es cierto, fue producto de factores sociológicos, económicos y también políticos en los que sería largo entrar. Pues bien, parecería que estos factores han venido operando también sobre los dominadores castellanos, y que también ellos, antes de lengua suelta y pecho franco, se están volviendo ahora recelosos y desconfiados y que todos los españoles, como en el Río de la Plata, van a ser gallegos.
Por hoy voy a dejar esta larga perorata, que sería inacabable si fuera a seguir el hilo de mis reflexiones sobre este país que me parece absurdo en tantas cosas, y voy a pasar a hablarle de nosotros. Todos nos hallamos felizmente bien. Constanza en 1º de bachillerato y Miguel de Ciencias Económicas. Los fines de semana vamos a veces a Torrelodones donde hay un Club de Campo del que nos hicimos socios. En Semana Santa haremos un viaje por Extremadura: Cáceres, de que tanto nos hablaba Giral, que es sumamente interesante, Trujillo, Yuste, Guadalupe ... Para el verano volveremos a mi pueblo, Vivero. El trabajo en la oficina me resulta interesante y agradable. El clima de Madrid nos sienta muy bien aunque es más húmedo que antaño, tal vez, en parte, por los muchos embalses que rodean la ciudad. Echaron a Mayalde, lamentable alcalde de esta Villa y Corte: dijo en privado que lo habían echado por cierta comisión de obreros que lo visitó para pedirle mejoras le dijo que él era hombre liberal y obrerista, pues no en balde estaba casado con una nieta de Romanones, pero que no le dejaban hacer su política. El alcalde que le sucedió no es mejor. Madrid está llena de calles levantadas por repavimentación o remodelación pero me han dicho que estas obras, muchas de ellas inacabables, dejan buenos provechos a los concejales adscritos al correspondiente barrio. De teatro y conciertos, muy poco o malo o las dos cosas. En calidad peor que el Río de la Plata. Los programas de radio, lamentables: para gente subdesarrollada, con abundancia de audiciones de carácter eclesiástico, poca música buena, ramplonería y chabacanería. El pueblo no se interesa más que por los partidos de fútbol. A los toros sólo van los ricos porque son caros pero los pobres pueden seguirlos por la televisión. Según los entendidos el toreo actual es, desde el punto de vista técnico y artístico, en general lamentable. El máximo prestigio lo detenta El Cordobés que es una especie de "blouson noir" que torea y cuyos admiradores consisten principalmente en extranjeros y extranjeras que nada saben del verdadero toreo y para los que él hace un toreo accesible como Carmen Amaya había hecho un baile flamenco comprensible para americanos.
Le agradeceré que me diga si el Banco efectúa puntualmente las correspondientes transferencias pues para ello yo le remito desde aquí todos los meses las sumas correspondientes.
Esperando que se encuentre perfectamente bien de salud y de ánimo, le enviamos todos nosotros afectuosos abrazos con el cariño de siempre.
[sen asinar]

1967-05-24 Mencionado/a
Carta de Seoane a Shand. 1967
Xixón
Bos Aires
Transcrición

Transcripción da epistola Carta de Seoane a Shand. 1967 en 24/05/1967


Gijón, 24 de mayo de 1967

Sr. William Shand
Buenos Aires

Mi querido amigo:

Recibí su obra Judith y el gángster, en la que acierta una vez más a plantear problemas de nuestro tiempo. Excuso decirle la alegría que me produjo recibir, aquí en Gijón –bajo un cielo habitualmente gris como el de Londres– una obra suya. Me gusta en ésta, no solamente el tema que sin su desarrollo no sería nada, sino el diálogo, la concepción de ella y la construcción de la misma. Los personajes, tal como fueron concebidos y se nos presentan a través de las distintas situaciones que atraviesan, constituyen un acierto del tipo de realismo que usted busca en teatro y que a mí me parece muy característico de nuestra época, buscando para ellos esas dimensiones que la vida produce, haciéndolos expresión de inquietudes generales y utilizándolos para defender la vida, lo único que de verdad –por lo que cada día aprendemos de los sucesos de toda índole que ocurren– merece defensa. Leída Judith y el gánster lejos de los comentarios de los amigos comunes, de usted, su autor, y de aquello que pudiera influenciar mi juicio, me parece una excelente obra teatral y creo debe constituir un éxito bien interpretada y puesta en escena. En Madrid, vi alguna muy buena interpretación de Valle Inclán, tres obras de un acto, y Bertold Brecht, creo que ya se lo escribí, y nada más. Estos días representaban a Shakespeare, El rey Lear, y a Beckett, casi nada de teatro español joven, aún comercial, y nada del más comprometido que, sin embargo, existe y es muy bueno por algunas obras que leí manuscritas. El teatro insustancial de Paso, o el nada interesante a mi juicio, o equivocado, de Sastre y Romero, políticamente opuestos, son los que ocupan los escenarios. Existen dos buenos directores jóvenes, Salvat (Brecht) y Alonso (Valle Inclán) y desde luego compañías de experimentales con obras de Beckett y de algunos autores españoles como Arrabal, que escribe en francés, vive en París, y levanta ronchas por su ostracismo. Hace un teatro efectista y de verdadero disparate jugando con la sorpresa al espectador. En el resto de la Península salvando Barcelona apenas existen compañías de aficionados que destrozan el teatro clásico y el más convencional de nuestro siglo. El teatro, como la caricatura, resultan aquí un peligro, pero este último género comenzó a abrir brechas en la prensa diaria y esperamos que pronto pueda decirse lo mismo con respecto a las obras de teatro que hoy los autores jóvenes más decididos conservan en sus carpetas. Por mi parte, continúo trabajando, hice muchas acuarelas y una cantidad importante de dibujos de cabezas hechas en los cafés, que quizá reúna, seleccionándolas, en un pequeño libro. En Galicia, pienso continuar pintando y grabando. Aquí, en Asturias, estaremos muy poco tiempo y no puedo hacerlo como quisiera. Ayer nos asomamos al mar, este mar acerado del norte español, tan distinto al Mediterráneo, un poco lago para las gentes de este lado del Atlántico, y vimos como se deslizaban las olas en instantes de baja y calma. El cielo gris, el mar azul-acerado y las colinas verdes y amarillas encerrando una ciudad blanca y negra. Negra de tiempo y carbón. Así es esta ciudad asturiana, puerto minero. En algún lado, algunas ruinas romanas y en el fondo de todo, en el subsuelo y en el aire misteriosas creencias célticas con hadas y fantasmas. Escríbannos. Abrazos de Maruja y míos para los dos:

[Seoane]