PROXECTO EPÍSTOLAS

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2 MENCIóNS A Harry Truman (1884-1972)

Trixésimo terceiro presidente dos Estados Unidos desde 1945 até 1953.
Epístolas
Mencionado/a [2]
Data Relación Remitente - Destinatario Orixe Destino [ O. ] [ T. ]
Data Relación Remitente - Destinatario Orixe Destino [ O. ] [ T. ]
1948-10-25 Mencionado/a
Carta de Serrano Plaja a Seoane. 1948
Transcrición

Transcripción da epistola Carta de Serrano Plaja a Seoane. 1948 en 25/10/1948


25-10-48

Querido Seoane:

Hace unos días, recibí tu carta y, tan pronto como puedo, quiero ponerte unas letras aunque no sean, propiamente hablando, contestación exacta y precisa a las diversas cosas que me preguntas. Y antes de ello y para empezar, también deseo decirte que me ha alegrado mucho tu carta así como el estado de ánimo que me deja entrever. Estupenda la correlación de precios que me dices que nos permitirá trabajar más fácilmente. Estupenda, igualmente, tu gestión para buscar otros capitales. Y aunque te agradezco mucho la delicadeza de preguntarme si me parece bien lo que hayas hecho, dicho se está que me parece doblemente bien por el solo hecho de hacer así. Por lo tanto y una vez que digo eso, no tomarás a impertinencia, ni con respecto a ti –en ningún caso– ni con relación a nadie en particular, que te haga un aclaración –aclaración, que no reserva– y que es la siguiente: así como en lo material ni me importa ni me preocupa una participación en los hipotéticos beneficios de nuestro negocio de cuantas personas, por una u otra razón, deben participar –y aún sin deber en ello– si me agradaría que en la parte de trabajo, a la hora de tener que tropezar con dificultades, etc., tuviéramos que tener relación de responsabilidad con el menor número de personas posible. Y aun no sólo de responsabilidad, sino de colaboración. En un plano abstracto, yo diría que casi me gustaría que, una vez tú aquí, fuésemos tú y yo, de ser ello posible y siempre que tú estuvieses de acuerdo, quienes tuviésemos las tareas de dirección, ya que de una manera concreta, además somos quienes vamos a encargarnos de ello. Repito que no debes ver en ello más que eso que se dice del ideal remoto, etc., y no motivado por causa alguna que yo pueda explicar muy bien en este momento, sino por una especie de misantropía –¿se dice así la manía de no encontrar mucho gusto en ver a mucha gente?– que a veces me hace dudar de mi capacidad (para) sostener relaciones claras y abiertas con la gente. Dicho esto, que encomiendo desde luego a tu juicio y discreción, tú, a la hora de tener que organizar legalmente papeles y cuestiones, resolverás contando, desde luego, con mi confianza mayor. ¿Necesito insistir en lo infundado de todo esto?
Bueno, paso a hablar de otras cosas. La cuestión vivienda, claro que es lo más grave. En cuanto a pensiones y precios, me enteraré tan pronto como pueda y te diré lo que sea. Por otra parte, ahora comienza a haber muchos anuncios de venta de departamentos a treinta y cuarenta mil francos por pieza. Lo cual no significa que sea una ganga –sobre todo porque, al parecer, los de esos precios no tienen comodidades. Pero eso puede darte una idea. Desde luego no siendo en París mismo, yo sé que es mucho más fácil y, si Palmeiro que tienen muchas más relaciones prácticas que yo en París te ayuda seriamente, tampoco creo que insoluble, aunque sí, complicado. Por el momento, y pese a que yo averiguaré lo (que) pueda, insisto en que todo plan debe de estar basado en el supuesto de que para empezar habríais de resignaros a hacer vida de hotel –pensión– durante cierto tiempo y luego volver vosotros mismos.
De cuestiones generales y políticas. En lo de ser buen o mal momento con relación a la vida material de aquí, no creo que ya en este momento de la historia se pueda hablar de eso. Todos son buenos o malos, según se quiera. Clave, en esto días, ha vendido absolutamente todo lo que tenía pintado en París, hasta el punto que para conservar un cuadro suyo, ha tenido que comprarlo el mismo. La vida sube, siempre; pero, como dices, eso parece que ocurre en todas partes, de manera que hay que suponer que todo se arreglará. Además porque, al subir la vida, suben los precios automáticamente, claro, y nosotros haríamos como todo el mundo, dicho se está. En lo político de aquí, estos días se está ventilando una crisis decisiva; yo creo que del resultado de las huelgas mineras depende, provisionalmente al menos, toda la situación. Si esta, de un modo o de otro se estabiliza, así quedará; si estalla la guerra civil, ya lo verás por los periódicos. Yo –aunque a lo mejor para fastidiar mi pronostico el destino me desmiente– no creo en ella. En cuanto a la otra guerra, aunque ni Truman ni Stalin se toman la molestia –ya sabes que son unos groseros– de comunicarme su opinión, supongo que a ti tampoco, tampoco creo, ni la gente que se tiene a sí misma por bien informada, que pueda haber guerra –salvo imprevisto– antes de algunos años –tres o cuatro como mínimo–. Pero, naturalmente, todo esto es pura opinión, como bien se te alcanza –que, por lo demás, tampoco tú me pedías otra cosa–. Entre tanto, lo que sé es que ayer Elsa Triolet en la fiesta que aquí es equivalente del Día del Libro o algo así vendió libro por valor de un millón setecientos cincuenta mil francos entre las cuatro de la tarde y las ocho y media de la noche; que París, haciendo abstracción de todo lo demás, de las famosas procesiones que van por dentro, etc., está maravilloso en un otoño hasta ahora suave. Que hay dificultades para todo, evidentemente, pero que la gente vive como si no las hubiera –lo cual puede ser igualmente avestrucismo, si luego resulta que hay guerra o simple buen sentido, si ocurre que no la hay y que no valía la pena estar preocupados por fantasmas: vaya usted a saber.
Hace poco días, ha llegado Ussía. Pero aún no le he hablado ni le hablaré de nuestro proyecto hasta saber en que estamos ahí en lo de Coppola y demás. Por la importancia que concedo a su posible aportación, hasta diría yo que casi sería preferible –siempre que se pueda– aplazar este aspecto hasta que ya hubiese algo mandado: creo que sería mucho más positivo y eficaz. Tú me dirás lo que piensas en la seguridad de que, en principio, yo tengo la mayor confianza en la gestión que pudiera yo hacer con él.
Y ahora, para terminar esta carta, te quiero hablar de dos cosas. Una, de carácter personal, es un favor que tengo que pedirte. Y que, aunque sea un poco molesto y aburrido, cuento contigo, estoy seguro, para realizarlo si es posible: imagínate que de un libro que yo escribí, y de cuyo nombre quisiera olvidarme, lo he intentado en vano, y que siempre me ha molestado, ahora necesito recordarle: Avila Camacho ¿te puedo pedir que me busques, con la prisa que te sea posible, unos cuantos ejemplares –mínimo tres, máximo cinco– y que me los envíes por avión? El libro en cuestión está editado por Americale, editorial que no sé si continúa existiendo. No sé si se encontrará el libro o si lo habrán tirado a la basura. Ahora lo necesitaría, me sería muy importante –por razones surrealistas– tenerlo y, por tanto, te encomiendo esa lata –dicho de esta que de la parte material no, y que espero que me digas lo que sea y que allí o aquí, como te sea más cómodo a ti, arreglaremos la cosa–. Aunque te parezca pintoresco, insisto en que para mí es algo importante, de modo que en función de la importancia te agradeceré que me digas lo que hay de esto y que, de ser posible, me envíes los libracos tan pronto como puedas, por avión.
La otra cosa de que quiero hablarte, por el momento no lo hago aún –aunque dentro de muy pocos días espero que ya no será necesario– en el plano de la mayor confianza, puesto que aún no hay nada concreto: ocurre que los checos aquí hacen un seminario literario, que tiene toda la mejor colaboración de París –de los escritores de izquierda, el mismo grupo de firmas conque cuenta Les Lettres Francais– y probablemente me voy a encargar yo de hacer la misma revista en español, para América. Dispondría, en ese caso, de toda la colaboración francesa y aparecida en francés, más el material en español que yo buscaría en América entre americanos y españoles refugiados, para publicar en la edición española y también en la francesa que se hace aquí en París –lo cual creo que interesaría a mucha gente–. Como te digo, aún no es seguro, peor es muy probable y en la semana que viene voy a saberlo con certeza. Dispondré de medios, se pagará bien. Se enviará en principio ahí, a Montevideo, a México y Caracas. El problema más serio sería el envío que habrá de ser por avión seguramente, lo cual es carísimo. La revista se llamará Paralelo 50 y en español, para empezar saldría una vez por mes. Como ves, sería muy interesante en sí mismo, pero además para nosotros tendría, creo, un doble interés, por la posibilidad que nos daría, si anda bien, de tener un medio de contacto con los medios literarios de esos países. Si se concreta el asunto, te escribiré enseguida para pedirte una mano, en el sentido de que, mientras esté ahí, me ayudes a todo lo que de organizar la distribución ahí y en Montevideo, me des consejos que te parezcan útiles en todo lo referente a eso y en la busca de colaboraciones, así como en la publicidad y difusión de la revista. Para ello, en cuanto sepa algo más concreto, te enviará ejemplares de la revista en francés. Creo que en algunos periódicos me podrían dar la clásica manita o empujón. Y luego, desde otro punto de vista, estoy seguro que tendría el apoyo político que merece. Aunque, como ves, esto aún no es demasiado preciso, me gustaría que me dijeses qué te parece. Yo empezaría a trabajar pronto en todo ello, pero la revista no aparecería hasta marzo, para coincidir con el verano ahí. ¿Crees que tendrá alguna posibilidad? A mí me parece que una vez que lectores y escritores se percaten de que se les ofrece en español un revista mensual que es semanal en París y que tiene las mismas colaboraciones que aquí alguna chance, como dicen aquí, no deja de tener. Ya me dirás tu opinión. Por el momento, no lo comentes, puesto que repito que aún no hay nada fijo.
Y con esto termino. De mi personalmente, tendría tanto que decirte que más vale no decir nada, porque si no sería el cuento de nunca acabar. Si como espero y deseo vienes pronto, ya tendremos ocasión de hablar, y por los codos. Ah, añado una noticia: se hace aquí estos días una exposición de la Resistencia española. Entre el poco material interesante que hay, se cuentan muchos libros que personalmente he prestado yo y que se exhiben en la rue de Recamie entre ellos, los de Dieste y el de Varela. Díselo. Acaso les resulte agradable saberlo.

Un abrazo para Maruja y para ti de vuestro amigo

Arturo

[Manuscrito:] No sé si anoche, cuando escribí esto, me acordé de decirte que ahora trabajo ya en el Liceo, que me quita no poco tiempo. Hasta pronto. Abrazos.

1951-09-27 Mencionado/a
Carta de Scheimberg a Seoane. 1951
París
Transcrición

Transcripción da epistola Carta de Scheimberg a Seoane. 1951 en 27/09/1951

París, 27 de sept (a la 1 de la mañana), 1951

Amigo Seoane:

Está de Dios que yo no vea Galicia. En 1920, cuando vine a España entré por Cádiz. Cuando iba a salir de Madrid, se me había acabado el dinero y las ciudades que visité luego de Castilla: Ávila, Salamanca, Valladolid, Burgos y León, lo hice con dinero de mis compañeros de viaje y siguiendo un itinerario común que non incluía Galicia. Esta vez ya tenía pasajes y alojamiento reservados pª La Coruña, Santiago y Vigo y hasta me había munido de una guía de Galicia muy completa. Pero, he aquí que al ir a visar n/ pasaportes pª entrar en Portugal pª embarcarnos en Lisboa, nos pusieron dificultades en el consulado de ese país pª el visado del pasaporte de Aída por su origen ruso. En vano, traté de convencer al empleado que Aída era argentina y que viajaba con pasaporte de tal. Nos dijo que era indispensable consultar a Lisboa y que eso llevaría entre una y dos semanas. Esto sucedía el día 20 y nosotros debíamos embarcarnos el 2 de octubre. No había posibilidad de comunicarme con el cónsul (que, según el empleado, estaba de vacaciones) y habría sido tonto pretender convencer al empleado de que Aída no se proponía derrocar al gobierno de Portugal, porque evidentemente no lo creería: “Pero es de origen ruso”, insistía el pobre... Qué miedo le tienen a la revolución los gobiernos de estos pueblos de mendigos! Se sienten terriblemente cómodos en su mísero papel de lacayos del imperialismo yanqui o inglés –cualquier cosa!– con tal de mantenerse arriba, es decir, abajo –a los pies de sus amos–, hay que leer los editoriales de su prensa dirigida pª darse cuenta. Hasta donde llega su abyección. A pesar de las molestias que todo esto me ha ocasionado (y los gastos, sobre todo) me he sentido ampliamente compensado por el gusto que sentí de ver el miedo que les inspira Rusia a los grotestos dictadores de Portugal como de España. Y a sus clases pudientes... Decidí, pues, marchar rápidamente a París pª arreglar la salida por el Havre. Con qué gusto se vuelve siempre a París. Il n´y a pas de literature en touts ça; pero es que aquí hasta el aire es dulce. Aquí no sería concebible siquiera esta frase oída a un vendedor de cacahuetes de la Alhambra de Granada, nos dijo: “me gustaría acostarme a la noche y no despertar al día siguiente y acabar así esta vida miserable”. Hacía cinco años que no probaba carne y come apenas lo indispensable pª ir tirando. Y así como él lo pasan los 4/5 de los habitantes de España.
Perdóname que vuelva sobre este tema, pero él me ha amargado todo el tiempo q’ he estado en España, casi un mes... Y luego las dificultades pª desplazarnos de un punto a otro: o se resigna uno a hacer colas interminables, hasta de días enteros –sin la seguridad de que va a tener billetes o se los adquiere a los estraperlistas que realizan sus negocios en las mismas colas y a la vista de las policías (y seguramente que en combinación con éstos). Uno, en Madrid, pª conseguir billetes pª Sevilla me exhibió su cédula de identidad e invocó el testimonio del vigilante que cuidaba la cola pª avalar su honorabilidad. Debido a estos inconvenientes uno nunca puede estar seguro de llegar a un sitio en la fecha propuesta, o si va a llegar siquiera. Y uno tiene que decidirse a viajar en autobús a pesar de tratarse de un medio de locomoción muy costoso (así viajamos de Sevilla a Granada) a viajar en 1rª donde hay una posibilidad mayor de conseguir pasaje. Pª obtener billetes de Granada a Madrid (suprimí Córdoba del itinerario pª no complicarme más la existencia) tuve que asegurar una propina al empleado de R.E.N.F.[E] y así fue como obtuve pasajes que –según los informes que se daban a los pasajeros en la misma R.E.N.F.[E], estaban agotados desde hacía varios días. No es cosa fácil avenirse a todo eso. Ya me había resignado a omitir Ávila, Segovia y León en razón de esas dificultades cuando surgió la inesperada del Consulado portugués. Lo que aproveché pª hacer una escapada a Ávila (el Escorial, Toledo, Aranjuez, los visitamos antes de salir pª Andalucía) antes de dejar España; y me alegro de haberlo hecho a pesar de que esta ciudad –como Toledo y el Escorial– ha perdido su vieja espontaneidad y se ha incorporado al detestable mercado turístico. Cómo he extrañado esta vez las noches pasadas hace 31 años en Toledo, y en el Escorial, y en Ávila, en que el silencio era tan denso que infundía miedo!
Cuál es el sentimiento dominante que me ha dejado este viaje a España? Desilusión? Talvez el término no sea exacto. Yo no venía a España a visitarlo a Franco, sino sus Catedrales y sus Museos (los de España); pero, se puede visitar acaso esta España –la de los Museos, Catedrales, sin ver la otra? Casi diría –por lo menos, esto me ha pasado a mí– que la España de Franco se nos ha impuesto pª no dejarnos ver a aquella aparte de la humillación que se siente siempre de viajar por un país donde hay que estarse cuidando de lo que se habla). Y es que habría que vendarse los ojos pª no ver a este pueblo consumiéndose de falta de comer y con su tradicional dignidad perdida! En ninguna parte, hemos visto tantos ciegos, por falta de higiene, ni tantos retardados –seguramente por la misma razón– y ni en Nápoles tantos mendigos como en Sevilla, y Granada, y en Aranjuez el día que fuimos allí a ver una corrida de toros. Hasta mujeres de aire respetable y vestidas decorosamente le piden a uno una limosna así que le ven cara de extranjero. Yo nunca me había imaginado –hasta ahora, se entiende– que un retardado, o un contrahecho o contuso pudiese ser un verdadero capital pª su familia; y, sin embargo, así es. Los hay a quienes acompañan uno o dos miembros sanos de la familia pª pedir y recoger la limosna... Todo esto es ciertamente desesperante.
Pero no le hablo de n/ visitas a los Museos, a las Catedrales –que es a lo que vinimos. Que cosa nueva, por lo demás, podría decirle de esos verdaderos dioses de la pintura que son –cronológicamente, no por el orden de mis preferencias– el Greco, Velázquez y Goya? Quién les habría dicho en vida de ellos que con el tiempo llegarían a ser una fuente de recursos importante pª su Nación! Porque Vd. puede prescindir de las Catedrales góticas o románicas de España: las hay superiores, respectivamente, en Francia o en Italia; pero suprima Vd. al Greco, a Velázquez, a Goya, a los turistas de todo el mundo no tendrían casi pª que venir a España... Se me olvidaba la Alhambra y el Alcázar, pero es q’ ese arte de miniaturista casi –a pesar de la grandiosidad de esos monumentos de la arquitectura árabe– no ha llegado nunca a conmoverme, esto es, a hacerme vibrar (es un arte sensual que no nos hiere más allá del a corteza y que siempre se aproxima a la decoración); y de los primitivos, sobre todo de los fresquistas catalanes, porque estos no son un tópico pª la generalidad de los turistas. Qué continuidad encuentro yo entre esos frescos de los siglos XI a XIII–y no más allá del XIII– y la pintura “negra” de Goya y algunas de las cosas de Picasso. A veces, pienso que la gente no se da cuenta hasta qué punto es español Picasso, a pesar de haber realizado casi toda su obra fuera de España. Y es que el artista, cuando lo es de verdad (no me refiero a esos indiferenciados académicos del arte abstracto –que no pasa de ser un arte de modistería), lleva a la patria –es decir, la tradición y los sentimientos de su pueblo, en la sangre, en las entrañas, y aún sin proponérselo lo representa. De las cinco o seis veces q’ he ido esta vez al Prado, dos he ido nada más que con el propósito de despedirme de Goya, y no he podido dejar de hacerles una visita cada vez al Greco y a Velázquez especialmente. Dios mío, cómo se puede pintar así?...
Vuelvo a lo mío. No desilusionado, sino asqueado. He atravesado esta vez España –yo que tanto la quiero y la siento– o talvez por eso precisamente con cierta repugnancia; repugnancia de los pobres muñecos, pobres y criminales muñecos que la gobiernan; repugnancia de los que aplauden o de los que se limitan a hacer chistes pª convencerse talvez a sí mismos de que no son tan viles; y repugnancia, sobre todo, de los mercenarios de la prensa. Estos plumíferos son hoy los únicos “intelectuales” visibles de esta pobre España de Franco. A un viejo mozo del Café Universal al que pregunté por la peña literaria q’ allí se reunía cuando yo estuve en 1920, me dijo: “Desde la guerra (cuando un español habla de la guerra, se refiere a la suya –a la guerra civil española–, pues pª los españoles de España la otra guerra, la universal, no ha existido y recién ahora al engancharse España al carro de Truman empiezan a darse cuenta de q’ hubo una guerra además de la suya); desde la guerra –repito– no existen más peñas en Madrid”. Al principio, no quería hablar, pero luego nos fue tomando confianza y era él quien me buscaba la lengua. Pero no es cierto que no existan peñas, existen, las de los periodistas, y la de los fabricantes de confituras teatrales –pero pª hablar de toros (que ya casi tampoco existen: hasta los toreros han perdido el coraje –coraje nada más que animal, pero coraje al fin) o de putas (que éstas sí existen hoy en abundancia, por necesidad). Qué chatura, Díos mío, en esta España “deshabitada” (no es de Rafael este epíteto?) de Franco. Las librerías están inundadas de libros de religión, mejor dicho, de cosas de sacristía, o de novelas bobas. “Tiras 2 mil ejemplares de una obra –nos decía una librera y editora de Madrid– es ya un verdadero éxito; por lo general, ninguna edición pasa de los mil ejemplares”. Decía que los españoles no leen porque el libro es caro y no está al alcance de los bolsillos del pueblo; y tal vez sea mejor que no lean pª no envenenarse más la sangre. El diario más importante y respetable de España, el de ese vacuo monigote de Luca de Tena, el ABC, dedica sus editoriales a protestar de la “familiaridad” con que algunas españolas tratan a sus santos preferidos o de la manera como visten los turistas y de otras cosas por el estilo. Por todas partes, no se ven si no curas y militares, que apesta. Toda España parece hoy una aldea y a pesar de que no hay uno sólo que no proteste por la carestía de la vida (un huevo vale entre 2 y 2 y media pesetas; en los cafés un vaso de leche no grande vale más que un coñac y mucho más que un vaso de manzanilla: en España resulta más barato emborracharse que llenarse apenas el estómago), salvo los obreros más ilustrados y que deben vivir ocultándose permanentemente, yo no podría asegurar en qué medida está la generalidad contra Franco; “Franco es un asceta” nos decía en un tono insolentemente chulo un farmacéutico que viajaba de Granada a Madrid en el mismo compartimento que nosotros. “Nosotros también tuvimos un asceta –le dije– hace más de cien años y dejo empobrecido y ensangrentado nuestro país. Y ahora tenemos dos”. Y es que llega un momento en que no se puede aguantar ya tanta sandía, o tanta farsa...
Pero ya estamos de nuevo en París. Aquí camino con la cabeza levantada y aspiro con fuerza el aire como pª limpiarnos los pulmones. Yo no sé si esta carta es una mera repetición de la que le escribí desde Madrid al día siguiente de visitar el Manzanares (la recibió Vd.?); pero la rabia, la indignación que me produce todo esto es tan fuerte no me deja hablar de otra cosa, aún a riesgo de aburrirle –y de repetirme. Y es que uno debiera no avergonzarse de repetir las cosas todas las veces que sea necesario hasta que se nos metan por los ojos –como los maestros de escuela. Y luego que al hablar de estas cosas de España hablo también un poco de n/ pobre Argentina y de lo que a los argentinos hoy nos está pasando...
Van a hacer 5 meses que aquí en París empezó n/ peregrinaje por la Europa occidental. Y con qué miedo! Veníamos con un idioma deficiente y con una ignorancia de toda una vida. Yo no sé si le he sabido tomar el pulso a esta Europa tan castigada!; pero juro que he tratado de acercarme a su vista con el corazón limpio y dejando de lado, tanto como es posible, ideas formadas. Creo que mis convicciones –de las que no me avergüenzo, sino al contrario– no me han impedido ver las cosas; digo mal, me han ayudado a verlas mejor. El 29 nos embarcamos en el Havre. Con qué impaciencia esperamos Aída y yo este día. Casi 6 meses son mucho tiempo pª estar lejos de la patria y de los amigos. El hombre es un animalito que necesita del cariño de los amigos para vivir tanto como de las cosas más primordiales para comer. Extraño n/ tertulias, n/ extravagantes y a veces insensatas discusiones y, sobre todo y por encima de todo, el afecto amasado en muchos años de convivencia, las cosas que nos han rodeado siempre y que queremos que nos sigan rodeando. A todos, a todos, un gran abrazo de Aída y míos.
Y ahora sí: hasta pronto!

Un abrazo particular pª Maruja

Scheimberg