PROXECTO EPÍSTOLA

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TEMÁTICA: cadros de emigrantes con carteis

[obra plástica] Obras que retratan persoas con carteis pendurados do pescozo, como Emigrante esperando, óleo sobre lenzo de 1967 e depositado na Fundación Luís Seoane ou Emigrante, óleo sobre tea de 1967 depositada no Museo de Belas Artes da Coruña. Trátase de figuras femininas sentadas, cun cartel pendurado do pescozo no que hai escrita unha lenda ou números romanos que identifican a muller.
Epístolas
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Data Relación Remitente - Destinatario Orixe Destino [ O. ] [ T. ]
Data Relación Remitente - Destinatario Orixe Destino [ O. ] [ T. ]
1967-02-27
Carta de Seoane a Rotemberg. 1967
Nova York
Madrid
Bos Aires
Transcrición

Transcripción da epistola Carta de Seoane a Rotemberg. 1967 en 27/02/1967


Madrid, 27 de febrero de 1967

Sres. Dina y Abrasha Rotenberg
Buenos Aires

Mis queridos amigos:

Recibimos la carta que nos enviásteis ya no sé cuando, sospecho que antes de salir de vacaciones de las que llegaréis de vuelta seguramente estos días, pues, entendemos que pensaban tomárselas en febrero. Nosotros llevamos dos meses en Madrid, trabajando y paseando, más todavía trabajando que paseando, en un espacio cuyas medidas casi exactas se las digo a Julia e Isidoro en la carta que les enviamos, que sale conjuntamente con ésta. Desde que escribí esa carta, hace unas horas, tuve confirmación de la fecha de mi exposición en Colonia, el 4 de Mayo, y durará cinco semanas, como consecuencia del éxito de la alcanzada en Bonn cuya clausura volvió a prorrogarse, lo supe tambien hace unos momentos, parece que aún durará gran parte de marzo. Quizá, desde el punto de vista práctico, debiera estar en Alemania pero de alguna manera debemos poder pagarnos la felicidad de hacer lo que nos dá la gana, este tipo de libertad que no hay quien le quite a los españoles –éstos asi lo créen– o a los de su orígen y que es un modo, como otro cualquiera, de comprarse alguna satisfacción personal. Aquí estamos más a gusto que en Alemania. Estamos entre gentes libres de muchos prejuicios, no de todos, casi libres, aunque sientan su libertad encerrada entre las fronteras, aquí no son paredes, de una gran cárcel. En El Prado hay una aguada de Goya donde un preso arrodillado recibe en su celda un rayo de sol, y sonriente, expresa: “Divina libertad”. Así es, la libertad se lleva con uno y es lo que uno siente aquí de las gentes del pueblo. Goya lo sabía muy bien. Claro que no quiere decir que ellos lo sientan. Libres los siento yo en relación con suízos y alemanes. Cada vez que nos veíamos observados por esos alemanes de ojos de hielo, impersonales y fijos como los de algunas aves de rapiña, cuidando de que cumpliésemos con las reglas, nos sentíamos coartados en nuestra libertad. Otra cosa es que las reglas las formulen y las cuiden los de arriba, no los vecinos y parientes, los funcionarios del Estado y el Estado, que los españoles nunca están dispuestos a obedecer y que si obedecen es por los mismos motivos por los que soportan sin remedio, una tormenta, una catástrofe, una enfermedad, algo que ellos no pueden controlar, que en ningún caso depende de ellos. Es posible que esta libertad individual, esta tolerancia de unos con otros, sea el producto de siglos de desgracias comunes, de mezclas, de guerras perdidas, de su vejez como pueblo, como ocurre con los otros del Mediterráneo, o con esos otros que denominamos primitivos. Por mi parte, comprendo mejor a quien aún crée en un sacerdote tribal al que se le suponen poderes sobrenaturales y misteriosos, capaz de conjurar males con oraciones verbales y recetas vegetales, que a quienes adoran al dios Thyssen, el de los metales, incapaz de consolar con algún simple y extraño conjuro a un semejante. No me refiero, se entiende, en este caso, a la libertad política. No sé por qué les escribo todo esto. Debiera seguramente referirme a otras cuestiones. Al mismo Goya, de quien hoy mismo encontramos en el museo un dibujo a la aguada en el que se valió del “collage” para acentuar sus blancos, encerrando papel recortado en el negro de tinta, el dibujo número 328 de los que allí se exponen. O a Raimón, el valenciano que canta en catalán canciones “comprometidas” y cuyo último disco ya se agotó en unos días entre Barcelona y Madrid, sin que nosotros pudiésemos adquirirlo. España está hambrienta de que alguien se refiera a sus problemas. Yo acabo de pintar un cuadro titulado Emigrante, donde del cuello de una gran figura femenina pende un cartel que dice: “Elle s´apelle Manuela Rodríguez. Elle est analphabéte. Aidez-la. Genève 1963”, que es un tema que Maruja y yo vivimos precisamente en Ginebra y en ese año. Era una trabajadora española que viajaba en tren desde Tessino a España, a la que le colgaron el cartel en el punto de partida y se enloqueció en el tren.
Por hoy nada más. Escríbannos. Me gustaría en una próxima enviarle a Dina noticias que puedan interesarle para su arte. Un gran abrazo para los dos de Maruja y mío:

[Seoane]

N/D: Dr. Esquerdo 75, 3º, dcha. Madrid.

1967-03-13
Carta de Seoane a Palazón. 1967
Madrid
Bos Aires
Transcrición

Transcripción da epistola Carta de Seoane a Palazón. 1967 en 13/03/1967

Madrid, 13 de marzo de 1967

Sr. D. Francisco J. Palazón
Buenos Aires

Mi querido amigo:

Estamos en Madrid desde hace casi tres meses, pinto, igual que en la calle Montevideo, en menos espacio, pero con buena luz y contento. Contento de trabajar, no de las cosas que me rodean, unos muebles estúpidos, sillones amarillos y azules y unas paredes verdes y rosas, pintadas así seguramente porque fueron vistas en alguna revista de decoración, y las imitaron, o creyó la propietaria de la casa que satisfacía el promedio de gusto del turista. Por lo demás bien. Trabajo y, con Maruja, salgo por las tardes o por las noches a andar por las calles de la ciudad, o a ver algún espectáculo que pueda interesarnos, teatro de Valle Inclán y Bertold Brecht, espléndidamente puestos en escena y que resulta lo único interesante de esta temporada de Madrid, carente, en general, al menos en estos meses, de teatro, cine o exposiciones de interés. No veo mucha gente importante. No tengo ganas de verla, prefiero hablar con la gente del pueblo. Con un taxista, cualquier obrero, una vendedora de lotería o de cigarrillos, cualquiera que no sea un estúpido señorito de bigotito recortado, como trazado a cordón, con pulsera de oro en la muñeca del brazo derecho, los zapatos bien lustrados que le dice a otro ¡macho! Odio esta palabra de cuarto de banderas, de prostíbulo, tan en boga ahora en Madrid. Un niño de escuela se dirije a otro, a un compañero, y le grita entusiasta, ¡macho! Odio esta palabra que escucho en cualquier parte, como me fastidian los funcionarios de Cultura Hispánica que hablan de América haciendo chistes, sin conocerla y riéndose del acento de los americanos. Un pariente mío, médico y aficionado a los Congresos de emigración, acaba de pronunciar una conferencia en esta ciudad ofreciendo a las naciones americanas capitales y técnicos. El es gallego y podía suponer ironía en el ofrecimiento, pero no, lo decía de verdad, sintiéndolo. Se trata de un hombre que vive fuera de la realidad y que no sabe de donde acude el capital a España, ni que en América existen, en bastantes naciones, iguales técnicos que en España. Ese mismo día había hablado con un obrero que gana 55 pesetas de jornal, menos de lo que estipula la ley. Y el anterior con un ebanista que luego de ocho horas de labor debe trabajar particularmente otras cinco o seis horas de lustrador de muebles para poder vivir él y su familia. No quiero decirte nada ahora de los emigrantes. Hablamos con muchos gallegos en Holanda, en Alemania, en Suíza, ¿para qué hablar de lo que nos dijeron y dejaron entender en sus conversaciones? Acaba de salir un libro del Instituto Español de Antropología Aplicada, se titula Migración y sociedad en la Galicia contemporánea. Parece muy interesante, no hice más que hojearlo y leí un elogio al mensaje del Centro Gallego, aquel de hace aproximadamente dos años. El libro está hecho por un equipo de universitarios. Pero no quiero hablarte de estas cuestiones. Estoy, sin embargo, encantado de estar en España por el pueblo. Por este pueblo que rompe a cantar en cualquier momento –el canto y el alcohol ahogan las penas– que Maruja y yo vamos a escuchar pasmados en la Plaza Mayor o en cualquiera de las calles que surgen de ella o la rodean, en los idiomas y con la fonética de sus países de orígen, o de Madrid. Cantando las viejas canciones de siempre, San Benitiño de Lérez, o un zortzico, una jota, una canción de la Montaña o de cualquier otra parte de España. Escuchándolos, paseando por las calles, viajando a alguna ciudad cercana, o yendo a los museos, vivimos España. Tan pronto termine de preparar la exposición de Colonia que se inaugura el dia 4 de Mayo, iremos a Galicia, el pobre, espléndido y mendigo país, cuyos hijos emigrando en mayor cantidad que los de otras tierras constituyen una de las fuentes de divisas que mi pariente ofrece a América. Para estar tambien con la gente del pueblo. Ya no tengo edad para visitar intelectuales que no me interesan, o solo relativamente, y visitar compañeros de carrera que me hablan durante una hora y media de caza, la del urogallo en el Cebrero o la del faisán en Castilla, o de como sería útil instalar un hotel para atraer turismo en las Islas Cíes. (¡Qué saben en general ellos de las Islas Cíes ni de Galicia!). Estar en sus hogares oyendo hablar de esos mismos temas y del servicio doméstico, –que como todo el mundo sabe aquí son alemanas o suízas, mientras los obreros españoles hacen turismo en los países de ellas– o escuchando charlas sobre los tiempos del bachillerato, o de la Universidad, mientras yo contemplo, aburrido, en las paredes de sus salas unos cuadros horrendos y vitrinas con porcelana alemana del peor gusto comprada, como los cuadros, en el bazar de la esquina, porque ellos, claro, desprecian los barros de Buño o la cerámica de Talavera o de cualquier otro pueblo español donde se hace de padres a hijos desde hace siglos. No hay nada que nos una, están vencidos (me refiero a los de mi edad) o son alféreces provisionales y presumen de esto.
De exposiciones, una muy buena de escultura de Pablo Serrano, con una espléndida cabeza de Antonio Machado en bronce. Una copia la compró el Museo de Arte Moderno de Nueva York, la otra la tiene la policía de Baeza. Otra, no tan buena, de pintura y objetos de Millares, con un poema excelente que le dedicó Alberti y de éste, de Alberti, una exposición de grabados en Fernando Fé. En la inauguración la gente esperaba en la calle para poder entrar y firmar un pliego de adhesión a Alberti. Parecida multitud en el primer día del festival de películas checoeslovacas en El Ateneo. En cuanto a otras cuestiones, huelgas, por ejemplo, hay tantas como en Buenos Aires, tan variadas, unas parecidas y otras menos ostentosas. En Roma hubo una de barrenderos con la diferencia sobre la de Buenos Aires que despiden peor olor, así nos pareció, los cubos de la basura. Posiblemente, no lo sé, las pastas al pudrirse. De teatro Valle Inclán, como ya dije, es la revelación, La cabeza del Bautista, La enamorada del Rey y La rosa de papel, están siendo notablemente representadas. El público aplaude además a circunstancias actuales.
Nada más por hoy. Escribidme. Esta carta sirve tambien para Manzano –me gustaría ver lo que está pintado–, Salvador y Maeso. A Manzano dile que estoy pintando emigrantes con carteles colgados del cuello, como he visto, para enviarlos tambien a Alemania.

Un gran abrazo para Pili, para Carlos, para tí y los pequeños de:

[Seoane]