PROXECTO EPÍSTOLA

----

TEMÁTICA: El País

El País foi fundado por José Ortega Spottorno e saiu á luz por primeira vez o 4 de maio de 1976, a principios da transición española.
Epístolas
4
Data Relación Remitente - Destinatario Orixe Destino [ O. ] [ T. ]
Data Relación Remitente - Destinatario Orixe Destino [ O. ] [ T. ]
1976-07-26
Carta de Varela a Seoane. 1976
Galicia
Transcrición

Transcripción da epistola Carta de Varela a Seoane. 1976 en 26/07/1976



Galicia, territorio mágico de Europa, julio 26 de 1976
Queridos marujos:

Es cierto, Seoane, te escribí una larga carta a poco de llegar, en cuanto tuve algo más o menos curioso que decirte. Me dice Marika que no te llegó. Como hay varias personas en España que se quejan de no recibir respuesta tuya, pensé que la habías recibido, pero que habías entrado en una etapa –que yo comprendo mejor que nadie–, de acartismo. Maruja: tengo que confesar que Galicia es tan hermosa toda que hasta hay partes en La Coruña que también lo son. Pero te va a dar mucha rabia, en cambio, un gran hallazgo mío: para acabar con el problema de la capitalidad galaica, hay una gran solución: París. Y todos contentos. Frente a París, supongo que nadie se puede sentir minusválido, por muy coruñés o muy santiagués que sea. Ya sé que Seoane al principio estará en contra, pero cuando oiga hablar de San Xermán e de Nosa Señora, e das Leiras Elíseas, etc., se dará cuenta que un fantasma celta está recorriendo el mundo (lo cual, por otra parte, es un hecho comprobado a pesar de la oposición italianizante de Girri), y se rendirá. Y hasta hará un mural para poner a la entrada do Outeirodoparnaso. Si es posible tan espléndido como el que se ve a la entrada de la fábrica de El Castro. Fuera broma: espero poder algún día escribir, con la misma claridad que lo percibí, como una revelación, sobre la galleguidad de París. Espero demostrar algún día que es la única gran ciudad del mundo –entre las que conozco–, que tiene el sabor de una aldea gallega de antes, el mismo culto a los platos, simples o complicados, a los vinos, a los quesos, a los cantos y a los amores, a las interminables novelas habladas en los cafés, a las caminatas a la orilla de un río que antes de morir Nerval también tenía –además de suicidas–, hadas. Es, por último –por ahora–, una ciudad de locos que hablan haciendo música como en Galicia los niños, las mujeres y, a veces, los gallegos más campanudos (aunque esta es una musicalidad que más tiene que ver con Lyon que con París). (Pero París, como Galicia, concentra, resume y expresa, misteriosamente, de un modo cosmopolita, cualquier otra tierra o ciudad, cualquier otro paisaje o ser nacional). Además, no se os ocultará que si designamos a París nuestra capital y mandamos un equipo político más inteligente que el encabezado o descabezado por Fraga, podríamos quedarnos con París y así Isaac podría ponerse a diseñar el puente Sargadelos-Montmarte. Por otra parte, los que muy pronto no vamos a tener capacidad de trabajo, ni fortuna, ni jubilación, podremos hacer clochardismo en el paraíso del gremio, junto a la fuente de Saint-Michel.
De los lugares que fueron tan queridos, sólo noticias trágicas se reciben, sólo tristeza y más tristeza, sin término. En España, daría la impresión que está comenzando a saberse lo que es la sensatez, pero aún hemos de pasar días duros, más duros de lo que mucha gente cree. Hay verdadera crisis económica y, naturalmente, sin comparación con eso, va a empeorar aún más, con rápido vértigo inflacionario y multiplicación de desempleo, vuelta de los emigrantes y ausencia de los turista y parque industrial ¡basado en las fábricas multinacionales de autos! Y el pobre Fernandito Baeza (miembro importante de la dirección del Partido Socialista Obrero (nuevo), acaso el partido mayoritario, sigue con el mito de que somos la décima potencia económica del mundo. Y cree que hay agricultura. Y piensa que es fácil competir con el Mercado Común. ¡Santo Dios! Habrá que cambiarles la cabeza, trasplante por medio. De tus amigos, conocí a Suárez y equipo de discutidores; estupenda gente toda ella. También, en Sargadelos, a Castro Arines, que es sensacionalmente solidario. Ortega, luego de un recibimiento asombroso, se apagó y hasta hoy no volví a saber de él. En cambio, en el mismo diario es jefe de internacional Míguez, que me ofreció lo que quisiera, sobre todo cuando se enteró de que yo era periodista. Pienso que a lo mejor Ortega no lo sabía tampoco. Algún malentendido tuvo que haber porque el recibimiento –a través de la incomparable carta de Sábato– fue deslumbrante de atenciones, tiempo, cortesías, calidez, en un señor con fama de helado, cortante, etc. Ya veremos. Inicié la colaboración en Informaciones, con un artículo sobre el crimen urbanístico cometido con Madrid que tuvo buena acogida. Y el mismo día, un muchacho escribió un artículo sobre Romance y me lo dedicó, al mismo tiempo que, con motivo de la muerte de Rejano se hablaba en otro artículo también sobre mí. Me moría de vergüenza. Sigo con la difícil e interminable traducción de Os sertões, que me maniata para muchas cosas, pues no me deja tiempo ni energía para nada. (Ahora estuve descansando unos días en el Castro, sin hacer nada más que beber paisaje, idioma, recuerdos, pero ya comienzo mañana a traducir nuevamente). Por Marika, ya sabrás que Álvaro Gil, luego de mil olvidos, me hizo colaborador de la revista –buena falta le hacía alguien que trabajara con profesionalidad, con extensión, con puntualidad)–. A mí me viene bien, pues la sección que les propuso y que increíblemente no tenían, me da mucho trabajo mientras no la organice bien, que me llevara unos dos meses más, pero después es algo que hago en un par de días y que me representa veinte mil pesetas mensuales, salvo agosto que cierran como todo en Madrid. Y además, cuando esté organizado, me quedará tiempo de sobra para otras colaboraciones en la misma revista de las que ya hemos hablado con el director. Tengo, además, algunas ideas fáciles de realizar para mí –idiomas mediante–, que iré descubriendo poco a poco para no abrumar. Con Álvaro Gil más traducciones, más colaboraciones en diarios y revistas, espero poder armar un estilo de vida que me permita pasar la mayor cantidad de tiempo posible en París y Galicia (salvo si entro de redactor en El País). Pensamos estar hasta septiembre –si es que no vemos que resulta pesado, que lo quisieran usar para otros– creo que no–, y luego, después de unos días en Madrid, ir a Barcelona para ver qué podía conseguir allí, no tanto para usarlo ahora, sino para saber con qué podría contar. Después, no sé, Dios dirá. Posiblemente, París. Todo depende, también, de cómo Marika aguante todo. Por ahora se está reponiendo, pienso que bien, de todos los esfuerzos y tensiones sufridos este año, principalmente en la relación adoptada con el alquiler de la casa y la preparación de las maletas. Aparte de los amigos citados con quienes me vi más es con Bergamín y con Gurméndez, que te recuerdan siempre y, desde luego, con Laxeiro. Todo dentro de lo que permite la traducción.
Nos dice Díaz Pardo que en tu última carta hablas sobre la posibilidad de una operación. Ya sabes cuánto deseamos que, si es inevitable, te salga bien. Sólo te pediría que lo hablaras con Pirosky y que pensaras donde sería más conveniente llevarla a cabo, si ahí o en Galicia. De todos modos, sería estupendo tenerte pronto en Europa. Concha Albornoz, a quien me presentó Andújar, y a quien le di tu carta, me pidió libros tuyos de poemas publicados en el destierro. Se los pedí a Díaz Pardo, quien los fotocopiará y se los mandará, así como Rojo Farol de Buenos Aires sin decir nada a Dieste y sin decirle a ella que es reedición, pues lo importante en un caso como el de Dieste es que su obra se meta en todas partes hasta que se enteren. Cuadrado anduvo por España y por Galicia llorando con éxito. Yo me encontré con él un par de veces en Madrid, y creo que tratará de organizar su regreso. Pienso que no le será tan difícil. Lo presenté a Aurora, que quedó enamorada de él. No tuve más remedio, pues me pidió una lista de libros de poesía de destierro y no podía ocultarle los de Cuadrado, sobre todo porque el del caballo es un libro excelente. Nada más. Buena suerte, que falta nos hace a todos. Buena exposición. Buena Operación. Buen viaje a España. Dos abrazos para los dos.

Lorenzo

[Manuscrito:] Abrazos de

Marika

[Manuscrito na marxe esquerda da primeira folla:] P.D. Al poner la dirección en el sobre, descubrí, por pura intuición, una probable causa de que no te llegara la carta anterior: Marika había pasado mal el número de mi vieja libreta.

1978-11-28
Carta de Paz Andrade a Seoane. 1978
Nova York
Vigo
Nova York
Bos Aires
Transcrición

Transcripción da epistola Carta de Paz Andrade a Seoane. 1978 en 28/11/1978


Vigo, a 28 de Novembre de 1978

Sr. Don
LUIS SEOANE
Montevideo, 1985
BUENOS AIRES (R. ARGENTINA)

Queridos Maruxa e Luis:

Chego axiña de Madrid. Alá fora ao recibir a mala nova do pasamento de Lorenzo Varela. Eu tería sempre de recibir con abraiante pancada semellante mala nova. Mais n-estes dous anos derradeiros, viña sostendo con o noso inesquecente amigo estreita convivencia. Nas miñas viaxes, agora tan amiudo, ao embigo da meseta, sempre compartíamos algunhas horas. Inesquecentes horas, pois si ben o seu corazón debía estar feito unha peneira, a sua mente tiña a hiperlucidez dos que xa levan a morte acochada no soma. N-este caso no seu grande grandeiro corazón.
A primeiros de mes fixen unha viaxe ao Canadá, formando parte d-unha embaixada de parlamentarios. Tanto denantes como despois de tomar e deixar o avión tentei falar con Lorenzo. Marika foi a que contestóu sempre decindo que se atopaba na cama engripado. Falsa imaxe, da que dias despois –eu xa me atopaba en Vigo–, se consideróu liberado.
No dia da morte –madrugada do 25– consentíu ao fin que se chamara a un médico. Marika e Lala –que se atopaba facendolle compaña– chamaron a unha clínica para o levar. Na ambulancia, denantes de ser ingresado, deixóu de alentar. Foi obxeto de autopsia. Os médicos certificaron infarto múltiple. Outro calquera, que non fora Lorenzo, tería dado aos avisos unha interpretación mais real. Aquela mente tan lucidamente construida, funcionóu como tal sempre, até chegar ao profético, menos para sí e na hora decisiva.
Isaac foi quen nos avisóu da desgracia. Despois chamóume Carlos Gurmendez. Carlos tiñalle encarregado un artigo para El País sobre o meu derradeiro libro, A Galecidade na Obra de Guimarães Rosa. Compuxo un verdadeiro ensaio en tres folios. O derradeiro ainda ficaba na máquina. E un traballo fondo, fermoso, e penetrante, como canto íl facía. Denantes escribira un poema, –profético poema–, que despois sustituiu por un limiar en prosa, para Cen Chaves de Sombra. Un libro de poemas meus que está no prelo. O titulo tamen foi escollido por íl. E todo o que escribíu, ademais d-un artigo en Informaciones, desde a sua volta a España. Supoño que aparte algunhas traduccións para editoriaes.
Marika asegura que ten mais obras ineditas. Conviñemos que entregará todol-os orixinaes a Dieste, que tamben se desplazóu con Carmen a Madrid, para o enterro. Cando caian as derradeiras paladas de terra sobre o cadaleito, abrazóuse a min e botóu a chorar. A Rafael me refiro.
Isaac tiróu algunhas fotos, c-unha máquina que mercóu no intre. Tomóu boa nota da numeración da sepultura, pois algún día teremos de resgatar os restos para Terra galega. Esta é unha fonda door adicional co-a que eu fico. O buraco dos mortos onde está e para cinco prazas. Fai o terceiro desde enriba. Cando me din conta de semellante drama macabro xa era tarde. O camposanto da Almudena funciona con unha mecánica ríxida e deshumanizada que pon os cabelos tesos. Temos –ou teredes os que vivades– que resgatar para chan galego os restos do noso compañeiro, frustrado no mellor da sua maturidade mental. Foi unha pena que o fillo de Marika non ordeara a tempo a compra d-un nicho autónomo. O rapaz pol-o demais portouse con grande afervoamento car-a a Lorenzo, no que perdéu seu mellor conselleiro.
Non teño agora tempo nin folgo pra mais. Cunqueiro ten a ideia, compartida por Paco del Riego, de adicar in memorian a páxina literaria do Faro de Vigo, o domingo que ven ou o seguinte.

Lembranzas de Pilar e Alfonso, e longas apertas arrochadas de,

Valentín

[Manuscrito:]

Queridos Maruja y Luis

Como Valentín dice, la muerte de Lorenzo nos dejó a todos impresionados, yo particularmente le tenía un gran afecto, además de su inteligencia, era de una gran finura. Lo traté poco, pero lo quería mucho. Marika me da mucha pena. Hoy le escribiré, no pude ir a darle un abrazo, por tener con nosotros al nieto, y ahora sin Antonia la cosa es más complicada.

Un fuerte abrazo de

Mª Pilar


[Anexo]
[Mecanografado.]

HOMENAXE CATIVO A
VALENTÍN PAZ-ANDRADE
Non sei porqué:
Xílgaros.
Van e veñen,
non sei porqué:
Xílgaros.

Xílgaros que van e veñen
sobor do vento mareiro
do mar de Vigo.

Gaivotas.
Non sei porqué.
Brancas gaivotas azúis
sobor do mar de Vigo.
Non sei porqué.
Non sei porqué, meu amigo.
Tantos anos de sangue prestada que ninguén pagará.
De camelias nos pazos,
de ledos toxos ferintes.
E tí e mais eu, meu amigo,
dándolle cada dia a morte a sua ración.

Lorenzo Varela

1978-11-28
Carta de Pilares a Luís e Maruxa Seoane. 1978
Madrid
Bos Aires
Transcrición

Transcripción da epistola Carta de Pilares a Luís e Maruxa Seoane. 1978 en 28/11/1978

Madrid, 28 de noviembre del 78

Para Maruja y Luis Seoane
Buenos Aires

También fue una dolorosa y cruel sorpresa para nosotros, para cuantos tuvimos la suerte de conocerle. La noticia nos la dieron, a primeras horas del sábado, Inesita y Marcial...
Vosotros sabéis que, últimamente, ese gran hombre que era Lorenzo Varela solía beber bastante, aunque nadie le podía acusar de borracho. Yo, la última vez que lo vi fue en Sargadelos. Observé que, al igual que en ocasiones anteriores, parecía estar muy lejos de sí mismo, como si quisiera verse libre de los reproches que su inteligencia y su sentido mítico pudieran hacerle, como si pretendiera juzgarse con la liberalidad que suele dar la distancia, como si hubiera renunciado a regresar de un exilio aún más duro que el político y el sentimental. Y como si a pesar de lo claro de tus razones y lo equilibrado de su cerebro tuviera un supremo desdén para cuanto le obligara a trabajar. Era capaz de realizar grandes obras. Y como lo sabía, las daba por echar . Por eso, cuando me dijeron que atribuía a un catarro, a una gripe el cansancio físico que le obligó a consultar a Caldar sobre sus sofocos –y contra el diagnóstico de Caldar– renunció a dudar de la fortaleza de su corazón, y se negó a ser tratado del corazón; comprendí, disculpé y perdoné su última noche...
¡Querida Marujina, querido Luis! Vuestro amigo y hermano en tantísimas penas y alegrías, pasó esa noche sentado en un sillón, sin querer acostarse, mirándose desde todos sus años y todos sus pensamientos y todos sus sueños, escuchando los tenues, los lentos, los últimos latidos de su corazón. Su esposa había luchado por hospitalizarle. Pero él, él ¿cómo podía desconfiar de un corazón que siempre le había servido con tanta fidelidad? Y fue al amanecer cuando cedió, cuando el cerebro le dictó que pidiera una ambulancia. Y en la ambulancia falleció. Hubo que hacerle la autopsia. Fui a verle al depósito, en el siniestro caserón de las cercanías de Atocha, el domingo por la mañana. Allí estaba la dulce y bella Inesita, y un hijo de Marica...
El lunes, hacia las dos, le enterraron. No pude ir. Pilar me contó que estaban los amigos comunes, que Díaz Pardo –llegado en avión– compró una cámara para hacerle fotos... Todo muy triste, muy penosísimo...
Os escribo así porque pienso que es imposible que pueda causaros más dolor del que tenéis. Y porque temo que el veneno de la literatura pueda amargaros más. No he visto desde hace días a los Marciales. No quiero salir. No puedo borrar de mis pensamientos a ese hombre sentado en la última noche de su vida, y me lo imagino rebobinando sus recuerdos, en los que, sin duda alguna, vosotros ocupabais un preferente lugar, en los que tantos caminos, peripecias, estancia y huidas tuvieron señales indelebles de poemas, conversaciones, copas.
Por lo poco que le he podido tratar y por lo mucho que vosotros le habéis tenido, siento lo terrible que será vuestra pena. Porque la mía es y será profunda.
Perdonadme ahora. Sabéis que en la antigüedad se solía castigar ferozmente a los mensajeros que traían malas noticias. Yo he querido, egoístamente, cobardemente, llegar a vosotros después del telegrama fatal, de ese telegrama que nadie quería firmar jamás.
Es tarde, muy tarde, muy noche. Y estoy sentado en otro sillón, oyendo como late mi vivo corazón, en redoble por Lorenzo, por todos. Y estoy temiendo que vuestro perdón venga con lágrimas por mí. Porque ni las merezco, ni las quiero, aunque también las necesito, Marujina, Luis, hermanos del camino y de la posada

Abrazos.

Manuel Pilares

[Anexo.]

Entierro del poeta gallego Lorenzo Varela
Los restos mortales del poeta y crítico Lorenzo Varela, fallecido el pasado sábado en Madrid a consecuencia de un infarto de miocardio, recibieron ayer sepultura. El gran poeta gallego había regresado del exilio hace tres años. Celso Emilio Ferreiro y Varela eran las dos figuras cumbres de la poesía gallega contemporánea. Lorenzo Varela nació en La Habana, en enero de 1915. Estudió bachillerato en Lugo y luego vino a Madrid, donde se incorporó al movimiento de innovación poética y político de los primeros años de la República. Colaboró en la revista Pan, en el diario El Sol. Trabajó en Misiones Pedagógicas con Luis Cernuda y Antonio Sánchez Barbudo. Durante la guerra civil fue redactor-jefe de Claridad, órgano de las Juventudes Socialistas, y colaboró en la fundación de la revista Hora de España. Durante el exilio en México, y luego en Argentina, creó revistas y editoriales. Entre sus obras más importantes cabe señalar Torres de amor, Lonxe y Canción a Picasso. Fue un agudo crítico de arte en el periódico La Razón, de Buenos Aires. Con el gran pintor Luis Seoane crearon un grupo poético-político que influyó decisivamente en las nuevas generaciones gallegas.
El País, 28-XI-78

1979-02-01
Carta de Palmás a Seoane. 1979
Londres
Transcrición

Transcripción da epistola Carta de Palmás a Seoane. 1979 en 01/02/1979


Londres, 1 de febreiro de 1979

Benquerido Seoane:

Perdoe o meu atraso en respostar a sua carta e en agradecerlle Imágenes de Galicia. O livro gostoume ben. Todas as xilografías forman un afresco histórico do país. Polo menos así o sinto eu. E non esclúo as lendas –eruditas ou populares– e a paisaxe, núltima instancia elas tamén son produto de situacións concretas e, alén da poesía que podan encerrar, cumpriron unha función.
Non sei se ésta chegará a tempo dantes da sua saida para Galicia, espero que si. A súa doación é, sen dúvida, outro sinal máis, por se facia falla, da súa xenerosidade e fidelidade ao país.
Pola miña banda ando mui enredado polo traballo. Teño que por en castelán o Formação do Brasil contemporâneo de Caio Prado Junior para a Biblioteca Ayacucho de Caracas. A obra é ben interesante ainda que escrita cos pés, o que acrescenta os problemas de tradución. Sei que o Lorenzo Varela estaba facendo algo para ela, mas ignoro se o probe chegou a rematalo.
Soupen da morte del polo Fernando Pérez Barreiro, coa natural sorpresa e tristura. Falei coa Inés, quen me contou o que pasara. Algo verdadeiramente absurdo. Nestes días apareceu en El País o artigo que estaba a escribir sobre A galecidade na obra de Guimarães Rosa do Paz Andrade. Leva unha introdución dese voso amigo uruguaio que traballa no xornal. Non me podo lembrar o nome.
Supoño que lle cadrará estar en Galicia para as eleicións próximas. Non teño nengunha esperanza acerca dos resultados. Hai uns días sairon as candidaturas. O Paz Andrade postulase para o Senado como independente. O Iglesias Corral por UCD d-A Coruña. O C. E. Ferreiro ía por Ourense nas listas do PSOE, mais agora non vai. Hai unha coalición formada polo Partido Obreiro Galego (Camilo Nogueira), os restos do PSG e o recentemente formado Partido Galeguista. Ainda non o sei, pro coido que lles darei o meu voto, mais do que nada para contribuir a un intento de forza política non submetida a Madrí.

Unha forte aperta para Vd. e Maruxa e o meu desexo dunha boa viaxe e estancia na Terra.

Ricardo Palmás