PROXECTO EPÍSTOLA

----

TEMÁTICA: Kodak

Epístolas
2
Data Relación Remitente - Destinatario Orixe Destino [ O. ] [ T. ]
Data Relación Remitente - Destinatario Orixe Destino [ O. ] [ T. ]
1947-10-02
Carta de Otero Espasandín a Seoane. 1947
Waynesburg
Transcrición

Transcripción da epistola Carta de Otero Espasandín a Seoane. 1947 en 02/10/1947


2 de octubre de 1947

Mis queridos amigos:

Estaréis escandalizados de mi tardanza en escribiros y con sobrada razón desde vuestro punto de vista; pero miradas las cosas desde el mío, son un poco distintas. Hemos llegado a nuestro destino medio muertos. La misma tarde que llegamos a Nueva York salimos para Pittsburg, tras una lucha heroica con los equipajes. Los cajones de libros, desflejados en la aduana, se negaron a resistir más y se abrían con el más leve pretexto. Allá están todavía en Nueva York en espera de que se resuelva una huelga de transporte o cosa por el estilo. Waynesburg es para mi gusto divino; sólo le falta el mar. Tiene muchos árboles y unas colinas maravillosas. Todas o casi todas las casas están perdidas por el campo entre árboles y céspedes. De un árbol a otro saltan constantemente las ardillas y, a veces, casi se nos meten en las clases del colegio y hasta en las habitaciones de casa. Ante estos árboles y esta verdura que todo lo bañan nos acordamos muchos de todos vosotros. ¡Qué sitios para pintar, para vaguear, para escribir, para soñar, para vivir, en una palabra..! Las gentes son de lo más curioso. Sin ir más lejos, el President del colegio, un anciano pastor presbiteriano, enseña biología, y pocos son los alumnos que pueden resistir sus carreras a campo a través buscando hongos, plantas raras, lagartijas, fósiles, etc. Su coche está siempre lleno de las cosas más peregrinas, y cuando se sube uno a él tiene que abrirse paso entre ellas. Lo primero que le regaló a Cuqui fue una punta de flecha de sílex de los indios del valle del Missoury. Sus ojos, hundidos entre unas espesas cejas, son una maravilla de candor y de ternura. En general reina una sana franqueza en todo el mundo. Todos están dispuestos a ayudar, pero, si no son necesarios, se mantienen a distancia como la cosa más natural del mundo. Pero lo más sorprendente es la manera de vestir que tienen; se ponen en la cabeza las cosas más inverosímiles, y lo mismo en los pies y en todas partes. Si media docena de los alumnos irrumpiera de pronto en la calle Florida, se movilizaría en el acto toda la policía de Buenos Aires, sin exageración ninguna. Un compañero de clase de Cuqui va a la escuela con el sombrero de su mamá, lleno de colgajos y de colorines, sin que nadie se dé por enterado. Hay unos jerséis fantásticos, unos chaquetones inconcebibles, unas gorras que parecen de Marte, y nada desentona; todo el mundo pasa con las caras más tranquilas, más alegres, más indiferentes a lo que pueda pensar el vecino. Sobre política no he oído todavía hablar, pero me sospecho que las opiniones deben ser parecidas a las indumentarias: muy distintas en detalle e iguales cuando se toman a millones. Ya veremos. Desde luego no parece que haya veneno en el fondo de estas gentes del campo. La comida parece cara, pero es fantástica. Yo nunca vi bananas hasta aquí. Manzanas, naranjas, ciruelas, nueces, leche, pan, manteca... parecen traídos de otro mundo o poco menos. Cuqui, que se zampaba en Buenos Aires hasta tres o cuatro banas de una sentada, rara vez se atreve aquí con una. La botella de la leche tiene cinco dedos de nata por encima cuando llega a casa. La ropa es baratísima en general, sobre todo si se tiene en cuenta su calidad; sólo con ver estos géneros se suda. Alicia compró ayer un abrigo de lana forrado de piel (y con forro separable) creo que por menos de cuarenta dólares. Según su testimonio uno igual en Buenos Aires, –bueno, igual no lo encontraría, pero equivalente– le costaría bastante más de los quinientos pesos. Unos zapatos formidables cuestan aquí alrededor de nueve dólares. Las tiendas, y sobre todos los escaparates, tienen una apariencia modesta, pero no bien se entra y se examina el contenido, se echa de ver la consistencia de todo cuanto se vende en ellas. La acogida fue muy buena. A Alicia le ofrecieron trabajo por dos años al menos no bien llegó; es decir, la obligaron a aceptar un puesto de profesora por existir un número excesivo de alumnos este año. Los alumnos son casi todos unos hombretones desgarbados, con muy buen humor, rudos en apariencia, pero de fondo excelente. Entran cantando en clase si a mano viene, pero no bien se dan cuenta, callan con la misma naturalidad con que empezaron. En general aquí no existe el estudiante señorito; trabajan medio día y estudian la otra mitad muchos de ellos. Con las chicas pasa otro tanto. (En el colegio hay coeducación y hasta estudiantes matrimonios). Es lo más frecuente entrar en una tienda y ver que la mitad de los dependientes de ambos sexos saludan a uno por ser alumnos. Alicia se sintió al comienzo un poco azarada con estos alumnos chungones, pero ya se va dando cuenta del estilo. Por ejemplo, hoy llamó a un muchacho a la pizarra para que escribiese unas palabras, el cual le contestó que era mejor llamar primero a las chicas, simplemente porque they are prettiest to look at. Otro le preguntó si la palabra rubio escrita en la pizarra se refería a él. Expresiones como ésta son comunes hasta en las clases del presidente, el pastor presbiteriano, que le gasta chanzas a su esposa y a su secretaria porque son metodistas y no entienden una papa de asuntos de predestinación. Tenemos una biblioteca espléndida. Como aquí se enseña de todo, desde griego a cálculo infinitesimal, hay libros y revistas de todas clases; de modo que estoy en mis glorias. La calefacción es tal que Alicia, la friolera más empedernida que he conocido, dice que le cuesta trabajo soportarla en el colegio y en casa. El clima es frío, pero seco; aquí no se pega la sal ni el azúcar; los cepillos de dientes están secos a los pocos minutos de haberlos usados. Alicia se ha deshidratado como Torralba: ha perdido cinco kilos sin saber cómo. Yo ni estoy desganado ni tengo hambre. Bueno, os debo una carta sobre el viaje y otros detalles, pero habéis de tener alguna paciencia. Mandadme cuanto podáis de letra impresa en español. Muchos recuerdos de los tres para todos vosotros y escribidme cuanto antes podáis.
Decid a Torrallardona que no pude dar con Homos en Pittsburgh. Es una ciudad muy grande y en una de las casas Kodak no me supieron decir ni donde está la calle. Estuvimos allí muy pocas horas, por otra parte. Pero ya buscaré la ocasión de ponerme en contacto con él. Abrazos de

Otero

[Escrito na marxe dereita da primeira folla:] Nuestras señas son: 54 N. Richhill St.
C/O Mrs. Post
Waynesburg PA. USA

1948-01-01
Carta de Otero Espasandín a Seoane. 1948
Waynesburg
Transcrición

Transcripción da epistola Carta de Otero Espasandín a Seoane. 1948 en 01/01/1948


Waynesburg, 1 de enero de 1948

Queridos Maruja y Luis:

Acabo de regresar del colegio de recoger vuestra carta, que hemos leído en coro los tres al lado del árbol de navidad. En primer término, he de lamentar la pérdida de una carta muy extensa mía, acompañada de unas estupendas fotografías. Ahora comprendemos que ciertos amigos no nos hayan contestado algunas cartas. Tenía interés en mostrarte ciertos aspectos de la naturaleza de por aquí, y aprovechando la coyuntura de haberme regalado Alicia y Cuqui una máquina Kodak por mi cumpleaños, hice unas fotografías, algunas muy buenas, de los árboles de los alrededores, y de ellas os mandé algunas. Se perdieron en algún sitio, como el que tú indicas sin duda, y lo siento todavía más por vosotros que por nosotros, pues una carta nuestra debe ser lo mismo que una vuestra aquí para nosotros. Alicia ha estado un poco enferma y aún lo está como consecuencia de las preocupaciones por su familia en Londres y en España, y del mucho trabajo aquí con charla tras charla en clubs estudiantiles y de señoras. Esperamos que se restablezca pronto, sin embargo, para lo cual solemos hacer paseos bastante largos por los alrededores (a fin de que tome el aire fresco y se distraiga) aprovechando las breves vacaciones de Navidad y Año Nuevo. Hay paisajes nevados espléndidos por estos alrededores, y sobre todo hay unos colores en las vertientes de las colinas y en las cañadas que sorprenden al más acostumbrado a ver paisajes. ¡Verás que cosas te esperan al llegar aquí para pintar! Estoy seguro de que no te vas a saciar de rondar por los alrededores y de pintar y dibujar estos colosos del reino vegetal y este paisaje a la vez fuerte, de grande estructuras, (sobre todo contemplado desde una prominencia) y delicado. No sé cómo aparecerá en primavera y verano, pero en otoño e invierno dominan los tonos leonados, grises y violetas sobre una paleta ocre, sorda, cálida. Yo no soy pintor, por desgracia, pero en presencia de estos bosques y estas colinas, regatos, ríos, cañadas y hasta perspectivas urbanas, me desespero de no serlo y me acuerdo de ti y de Colmeiro no sé si con rabia de no teneros aquí y poder haceros felices o de que el mundo sea tan angosto, tan mezquino y estúpido como para cerrarle las puertas al genio.
He recibido el libro de Colmeiro publicado en Botella al mar, y no puedo menos de felicitaros a los dos, no sólo por haber hecho un libro único a mi modo de entender, sino por esa leal y recíproca admiración que entre ambos existe. No creo que sea necesario hacéroslo ver, pero me permitiréis confesaros cuán hermoso me parece ese gesto de recíproca admiración, tan poco frecuente en todos los momentos entre artistas. Deseo con toda mi alma que este espíritu de colaboración se mantenga siempre entre todos nosotros; que empecemos por superar fuera de España esos rencores, celos, envidias y pobreterías que han arruinado a nuestra patria y nos tienen perdidos por el mundo. Te agradezco muy de veras el obsequio del libro de Hurtado y Palencia; pero no quiero que gastes un centavo más: me remuerde la conciencia que viviendo en esas condiciones en que vosotros vivís, me hagas obsequios de esta clase. Por mi parte, voy a ponerme en contacto con el Museo de Bellas Artes de Nueva York para obtener reproducciones de cuadros; veré cuanto cuestan, cómo son y demás detalles, y te mandaré las que pueda a ver si llegan a tus manos, de lo que, por cuanto me dices, no estoy muy seguro. Estoy esperando la ocasión de ir a Pittsburg y ver el museo de la Carnegie y hablar, si es posible, con el director; el otro día estábamos en camino en el coche de unos amigos, pero Alicia se mareó como consecuencia de su malestar general, y tuvimos que quedarnos en una ciudad intermedia llamada Washington, mucho menor, pero aún así de la talla de La Coruña, salvo el mar. Aún no pude ponerme en contacto con el amigo Torrallardona, Abel Hornos; no sé si le escribiré hoy o mañana mismo. ¿Cómo están Torra, Castañino, Urruchúa, etc? Di a Colmeiro que le escribiremos pronto dándole las gracias; cuando tu libro llegue, te lo comunicaré también. En cuanto cobre, giraré a Trélles el importe de tres libros que me envió. Repítele a Cuadrado que me envíe algún libro de los que publique. ¿Cuándo sale el suyo? ¿Cómo va el tuyo de leyendas? Mucho me gustaría ver tus cosas últimas y poder darte mi parecer sobre ellas. No dejes de dibujar y usar y hasta abusar, si es necesario, de la acuarela. Creo que es un camino de mucho porvenir para ti, sobre todo si vienes a ésta: puede ser que no entiendan tus cuadros fácilmente, pero tus acuarelas te abrirán el camino en el acto. Hazme caso. Una exposición de acuarelas de por aquí te asegura dos años de vida y te acredita inmediatamente. Un abrazo muy, muy grande de los tres para los dos y muchos recuerdos a vuestros padres y comunes amigos.

Espasandín

[Carta manuscrita]

Queridos Maruja y Luis:

¡Qué rabia que se perdió aquella carta nuestra con las fotografías! Creo que lo mejor es certificarlas todas.
Mucho os recordamos, especialmente en nuestros paseos entre la nieve. El otro día anduvimos largo y tendido por una carreterita nevada, en zig-zag, salpicada de granjas con campiñas y caballos, y por donde jugaban los chicos con los trineos. Hemos pasado unas fiestas muy agradables, pero nos faltabais vosotros. Tenemos un arbolito de Navidad de verdad, muy mono, con luces eléctricas y una gran estrella en la punta. Hemos echado de menos el turrón y las almendras. ¡Cuánto nos gustaría ver los cuadros de Luis! Y creo que los veremos. El libro de dibujos de Colmeiro, dedicado a los tres, (lo cual nos ha puesto muy orgullosas a Cuqui y a mí) nos gusta mucho y está en la mesita de nuestra sala para que se vea bien y para poder mirarlo de vez en cuando. No me habléis de conferencias porque estoy de ellas hasta la coronilla. He hablado más en público que antes en toda mi vida. ¡Ya veis lo que es el destino! Ando un poco mal; me cansé mucho y estoy sufriendo las consecuencias. Nada más por hoy.
Escribid, vuestras cartas nos alegran tanto. Recuerdos a todos y para vosotros los mejores deseos de vuestros buenos amigos los

Otero

[Sobre:] From: J. Otero
7501 Democracy Blvd. B-215
Bethesda, Md. 20034. USA

Sr. D. Luis Seoane
Paseo de Ronda, 15, 6º
La Coruña
Spain